"SER MÁS, VALER MÁS PARA SERVIR MEJOR."

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Todos los días debería ser Navidad - Cristina Franco

“Todos los días debería ser Navidad”
« Estén siempre alegres en el Señor; se los repito: estén alegres.” Filipenses 4,4

En vísperas de Navidad, algunos de mis hermanos en fraternidad y amigos nos hemos comprometido a vivir cada día de adviento cómo si fuera el último adviento de nuestra vida, cómo si hoy al final de la tarde tuviéramos que rendir cuentas a Dios, esto realmente resulta sorprendente pues nos hace poner en tensión el amor a Dios y a nuestros hermanos. En esta alegre espera no puedo pasar por alto que me tropiezo con la misma disyuntiva de todos los años: “El Mundo y su insaciable programa de presentar alternativas de felicidad”. Me encuentro a menudo con personas angustiadas porque no les pagan un salario justo, otras que son despedidas intempestivamente, otras que corren en los centros comerciales viendo qué le puede gustar a su amigo secreto, la imagen del señor de barba blanca y traje rojo como el rey de la Navidad, las fiestas de los trabajos y agasajos navideños al cuál no asistir representaría una desaprobación grupal, en fin, todos en agitación, por otro lado, hay muchos que añoran aquello que perdieron y en definitiva el mundo no puede satisfacerlo. También debo mencionar que es la época de mayor índice de depresión y suicidios. 

Sin embargo ante este panorama no todo está perdido. Ante esta crisis mundial de tristeza qué muchos ocultan, resuenan en los corazones de todos los hombres y mujeres de buena voluntad el mandato que se repite de forma imperativa: ¡Estén siempre alegres en el Señor!

Esta, también es una época en dónde pareciera que el corazón se nos ensancha, nos volvemos como niños, más tiernos, más compasivos, deseamos volver a casa, buscamos reconciliarnos con Jesús y con aquellos a quienes hemos ofendido o nos han ofendido, tratamos de ayudar en todo lo que se pueda a nuestros hermanos los más necesitados, y ¡éste el punto que nos hace ganar el juicio, previo a la sentencia de amargura que nos firma el Consumismo! Es que nuestro corazón está necesitado de ese amor que colma y da plenitud a la existencia. ¡Ese amor que lo renueva todo, y qué hace que los hombres y ángeles glorifiquen a Dios y la paz sea derramada a los hombres y mujeres que ama el Señor!

Y es qué no podemos dejarnos vender por la publicidad abusiva y engañosa que lo único que nos da a cambio son migajas de falsa felicidad, ¿cuánto cuesta un ipod?, ¿un celular?, ¿un regalo para el amigo secreto? Pues nada de eso se compara con el amor infinito que proviene del anonadamiento de Dios, que amando a todos sin excepción mandó a su único Hijo, Jesús, para devolvernos la vida eterna. Si profundizáramos en este misterio de la Kénosis o vaciamiento de Dios, estaríamos más pendientes del proceso de nuestra conversión total y ¡todos los días en nuestra vida serían Navidad!

Tan sólo haz la prueba, y en lugar de llenar tu árbol de regalos en esta Navidad, pásala como si fuera la última navidad de tu vida, a tu esposa regálale fidelidad, a tu esposo regálale paciencia, al pobre dale todos los días de tu vida, a tu amigo, aquel a quién nunca ves, regálale tu oración, a tus padres regálales obediencia, a tus vecinos regálales tu sonrisa, y a Jesús de una vez por todas, dale toda tu vida!

Cristina Franco Cortázar

lunes, 19 de diciembre de 2011

El Sueño de María - Cristina Franco

Debo recalcar que este cuento no es de mi autoría, más bien hay algunas versiones, pero cuándo lo escuché por primera vez me impresionó tanto, que mucho tiempo después lo escribí como lo recordaba y empecé a leer en los hogares dónde íbamos a cantar villancicos con los niños del barrio. Aquí la versión adaptada, no sé si mejorada.

El Sueño de María
José, ayer tuve un sueño muy extraño, no era esta época en la que nos encontrábamos, personas de distintos lugares del mundo estaban en torno a una mesa dispuestos a comer en familia como nosotros lo hacemos para la Pascua, era una bella celebración con cantos hermosos y algunos de estos hablaban de nuestro hijo, celebraban la Navidad.

Vi de lejos casas que estaban adornadas con papeles de colores brillantes, también veía a todo el mundo correr en edificios con muchas tiendas, compraban ropa y muchos regalos que se veían muy costosos y los envolvían en hermosos papeles y los ataban con preciosos lazos y los ponían debajo de un árbol ¡qué estaba adentro de sus casas! Imagínate adentro de sus casas, qué gracioso, un árbol lleno de adornos y luces encantadoras.

En la punta más alta del árbol había una figura que se parecía a una estrella o a un ángel. Todo era verdaderamente hermoso, estaban felices y sonrientes, unos venían de muy lejos para celebrar la Navidad.

Llegó un momento en qué algunas familias alzaron sus copas y brindaron, yo vi muchos regalos, ¿te acuerdas José de los pastores que nos visitaron aquella noche?, le dieron ovejitas, leche, y frutos del campo y ¿los Reyes? ¿Recuerdas? Qué maravillosa sorpresa aquellos momentos los guardo en el corazón por siempre, uno de los reyes del oriente nos dijo que habían visto una estrella que anunciaba el Mundo nuevo ¡tal cómo nos los había dicho el ángel Gabriel!

Todos los regalos de aquella noche, eran propios para un Rey. Pero ¿sabes?, estas personas que vi en mi sueño no le trajeron nada a mi niño, compraron muchos regalos pero se los repartieron entre ellos, creo que no lo conocían porque nunca mencionaron su nombre. 

Para estas personas el ambiente era plácido y todo el mundo se veía feliz; pero yo José, sentí enormes ganas de llorar, es como si una espada me atravesará el alma, nadie recordó al Hijo de Dios, él viniendo por ellos y ellos celebrando sin el cumpleañero.

¡Qué tristeza para Jesús, no ser invitado a su propia fiesta de cumpleaños!
Pero bueno José, estoy muy contenta porque sé que sólo fue un extraño sueño…
¡Imagínate José si este sueño hubiera sido realidad! 

Cristina Franco Cortázar

jueves, 15 de diciembre de 2011

Si se puede II - Una historia de amor (segunda parte)

Por su parte nuestra guayaquileña viajó a la capital a hacer una experiencia y Dios la hizo vivir no una sino dos experiencias totalmente distintas en dos comunidades religiosas. Regresó descubriendo lo enamorada que estaba de la espiritualidad de su comunidad y que no la iba a encontrar en ninguna otra congregación. Ahora sabía con más claridad que nunca que Dios la llamaba a la santidad dentro de su amada Comunidad. Ahora estaba segura que iba a ser laica. Del resto, ya había depositado su vida en manos de su Señor, Él iría mostrando el camino.

Por su parte nuestro protagonista también comenzó a cuestionarse en serio si esta separación no era, más bien, una llamada al sacerdocio. Años más tarde escuchó acerca de lo que un siervo de Dios había llamado “vocación temporal” y la definía como una llamada del Señor para provocar un acercamiento a Él. Y así, estos caminos que por Dios se habían juntado, justo por Él, ahora se alejaban.

Pasó un largo año y unos pocos meses más. Tiempo en que crecieron mucho espiritualmente y también afianzaron sus liderazgos en la Comunidad. También cumplieron varios sueños personales: Él renunció a su trabajo y viajó mucho, leyó mucho. Hizo una experiencia en el Seminario de Ibarra y sintió tan fuerte esa vocación que hasta pidió su admisión inmediata, pero como Dios tenía reservada otro estado de vida para él, no le fue admitida su postulación sino que se lo remitió a Guayaquil para entrar varios meses después. Tiempo en que otro desenlace distinto tendría su historia. Mientras ella, hizo danza, montó a caballo (nunca antes lo había hecho), escaló montañas, aprendió rappelling (bajar montañas con una cuerda), creó un grupo de catequesis con un amigo curita, cosa novedosa en Guayaquil.

Eso sí, había un sinsabor bien guardado en sus corazones por nunca haber podido conversar claramente sobre los motivos de fondo por los que terminaron.

El Señor tenía reservado ese momento especial en que se encontrarían por fin después de un año y tres meses de separar sus vidas y haber pretendido separar sus almas, y por fin conversar y sincerarse. Cuando finalmente hablaron y, después de todo ese tiempo, pudieron abrir sus corazones y compartir sus diferencias y mirarlas en perspectiva, se dieron cuenta que todos sus sentimientos estaban intactos, que habían muchas más cosas en común que las que los separaban. Decidieron entonces seguir siendo amigos, pero pasó poco tiempo para que recomenzaran su relación; ahora mucho más maduros y mirando un ideal juntos que era formar un hogar cristiano donde cada uno seguiría creciendo y haciendo crecer al resto. Porque no crea el lector que ya estaban perfectitos y acabaditos ¡Nada más lejano de eso!

Pasaron algo más de dos años, tiempo en que afianzaron su amor, llegando a entender que este no era lo que venden los medios, n i la publicidad. El amor de verdad era esa decisión que habían tomado de conocerse, aceptarse y serse fieles toda la vida y que los llevó al altar el 8 de Diciembre de 2001, fiesta de la Inmaculada Concepción. 

Ahora, diez años después de ese hermoso día, disfrutan de sus vidas, de los hijos que Dios les ha regalado; de sus trabajos, de sus largas y amenas conversaciones (cuando hay tiempo entre tan agitada vida) y de seguir creciendo juntos. Siguen siendo muy distintos, pero se valoran mutuamente y saben que esa diferencia es un llamado a complementarse, a mejorarse mutuamente y sobre todo a educar, de la mano de María Santísima, a los hijos que Dios les ha dado y les quiera dar. Formándolos en la verdadera libertad de los hijos de Dios.

Saben que aún están lejos del ideal de santidad, pero se mantienen en la lucha por cumplirlos. Sueñan con ser misioneros a tiempo completo, dejándolo todo para servir al Señor, pero ya no se apuran por cumplir sus sueños, por hacer sus voluntades. Ahora esperan ir conformando estas a la Divina Voluntad de su Dios y Señor.
Saben que aún tienen bastante trabajo formándose y formando esas almitas que les fueron encomendadas.

María y Fabio

lunes, 12 de diciembre de 2011

Si se puede I - Una historia de amor (primera parte)

Mientras En Cali, un 15 de mayo de 1974 nacía un lindo niño, fruto del amor de sus padres que cumplían 9 meses de casados, en Guayaquil Pedro y Margarita, disfrutaban con sus dos hijos y soñaban qué sería darles otro hermanito(a) a los niños. Esa hermanita llegaría un año y tres meses después, el 12 de agosto de 1975.

Mientras aquel niño crecía en Bogotá entre sueños e ilusiones de adolescencia, la guayaquileñita crecía también con sus propias ilusiones, soñando cómo sería entregarse enteramente a Dios, igual que las monjitas que la educaban.

Ya al cumplir sus 15 años y mudarse a la Alborada, cumplió su gran sueño de acercarse más a la Iglesia por medio de un “grupo juvenil” conquistando a sus hermanos mayores para acompañarla a las reuniones en la Iglesia Nuestra Señora de la Alborada, mientras seguía cuestionándose qué quería el Señor de ella.

Por su parte nuestro colombianito de madre ecuatoriana ya se planteaba venir a vivir a la tierra de su madre que visitaba cada año para vacaciones. Es así como, una vez graduado, se sienta con sus padres para conversar sus sueños y comunicarles su decisión de venir a estudiar Ingeniería Naval, una carrera que no existía en la Capital de Colombia.

Ambos en sus vidas, con sus familias, sus amigos, creyendo que eran ellos los que elegían y decidían en sus vidas, mientras del Cielo, Nuestro Señor, miraba complacido cómo se hacían jóvenes y alistaba el momento de su encuentro, pensado desde siempre.

Así, para cuando ella se acerca a su director espiritual a hablarle de su miedo por tener vocación de religiosa, este le pregunta algo que ella nunca se había planeado: “y no le tiene miedo usted al matrimonio? Pues téngale miedo también porque no es nada fácil”.
Y poco tiempo después se conocen y se hacen grandes amigos.
Que se gustaban y atraían no se podía negar y muchos o casi todos –menos ellos- lo notaban. Pero ella amaba tener muchos amigos y no quería perder su libertad. Pasaron años maravillosos de espera, amistad, de ir construyendo poco a poco bases para un lindo y laaaargo noviazgo. Así comenzaron un 24 de febrero de 1995.
Hubo momentos de encontrarse de frente con los lados oscuros de sus amados: la impuntualidad de ella, la posesividad de él… y mil y un cosas que pensaban que se podían ir limando con el tiempo. Claro que el tiempo pasaba y nada... nada cambiaba, más bien, empeoraba. Pero confiados en Nuestro Señor decidieron decir que sí a este amor que sabían que Él había sembrado en sus corazones.

Así pasó el tiempo, exactamente 3 años y medio hasta que las diferencias de caracteres empezaron a confrontarlos con la dura realidad y la tentación de pensar que no eran el uno para el otro. Eso unido a esa duda nunca resuelta de ella de si Dios la quería para una vida célibe y consagrada, terminó en una dura y triste separación… definitiva decían ellos, pues aún seguían pensando que ellos, y no Dios, eran los que iban construyendo sus propios sueños . Una vez más Dios les demostraría tiempo después que Él tenía ya un gran sueño con ellos.

Claro que es tan perfecta Su Providencia que en este tiempo de separación trabajó el Espíritu Santo en las muchas falencias de esas dos almas.

CONTINUARÁ ....

martes, 6 de diciembre de 2011

Ser Jarcias - Misioneros en nuestro propio lugar III

Quizás a algunos les pueda parecer un testimonio un poco disparatado, pero creo que vale la pena compartirlo sólo como un referente. Cuando se trata de ser misionero en el proprio lugar y de aprovechar cualquier oportunidad que se presente para anunciar el Evangelio, un ejemplo como el que les voy a relatar, puede servir de ejemplo.

Cuando era seminarista en Ibarra, al terminar el catecismo dominical, tenía que tomar el bus que me llevaba de regreso al seminario, ubicado en las faldas del Imbabura. Para llegar había que tomar un autobús que prácticamente no hacía ninguna parada. Era, por lo tanto, un viaje de veinte minutos donde no había cambio de pasajeros. Así que tiempo y un público que no podía escapar, había. Faltaba quien aprovechara la oportunidad.

Varias veces se me pasó la idea por la cabeza, pero no me animaba. Todo parecía quedarse en pensamientos cuando un domingo se me escapa el bus y me tocó pegarme la carrera, lanzar un grito y subirme al vuelo (cosa poco común por esos lares). Todo ese movimiento inusitado atrajo la atención de los pasajeros que me miraron extrañados, una vez que estuve dentro. Y fue entonces que decidí que era el momento justo y me lancé.

El inicio no fue muy original que digamos, más bien usé el estribillo de los vendedores: “Buenos días damitas y caballeros …”. Luego me presenté y les recordé que era domingo y que por lo tanto Cristo nos esperaba en nuestras parroquias para la Santa Misa. Un poquito de kerigma y otro poco de catecismo, cerrando con el rezo de un Padrenuestro y un Avemaría. Como podrán ver, nada del otro mundo.

Así inició un pequeño apostolado de cada semana. Algunas veces ni me cobraban el pasaje (hecho que en la escuálida economía de un seminarista, pesa). Luego llegó también un comentario alentador de uno de los párrocos de la zona, a quien sus feligreses habían referido las “catequesis sobre ruedas”. En fin, siempre la alegría de poder evangelizar en cada oportunidad.

Nos consta que hoy en día son muchos los que sufren la desorientación y la desesperanza. Pocos van a buscar respuestas a la Iglesia, pero nosotros sabemos que es ahí donde las encontrarán. Es justo que aprovechemos cada momento posible para llevar a nuestros hermanos de regreso a las parroquias. Y las oportunidades no faltan, si las queremos buscar.

Siempre mar adentro.

P. César Piechestein

viernes, 2 de diciembre de 2011

Ser Jarcias - Misioneros en nuestro propio lugar II

Pescar en pecera 

Nuestra consigna jarciana es la de ser misioneros en nuestro proprio lugar, es decir somos misioneros “ad intra”. Muchos al escuchar la palabra misión automáticamente piensan en anunciar el Evangelio en tierras lejanas. Eso es la misión “ad gentes”, es decir la evangelización de quien no sabe quién es Cristo. 

La realidad en la que los jarcianos nos movemos es más bien la de la descristianización. Nuestro medio es la sociedad occidental cristiana que se va secularizando. Nuestra tarea es, por lo tanto, evangelizar a los bautizados, a quienes pertenecen a la Iglesia pero que son indiferentes a la fe, que no participan, que no han tenido aún un encuentro personal con Cristo. Y esa es tambièn la tarea de muchos otros movimientos apostólicos que desenvuelven su labor pastoral en el mismo ambiente. Diversos métodos, distintas espiritualidades, pero el mismo objetivo: evangelizar.

Y es así que podemos caer en una de las tentaciones más comunes y pienso más dañinas dentro de la pastoral de conjunto. La llamo “Pescar en pecera”. Consiste en dirigir nuestro afán apostólico hacia miembros de otros grupos o movimientos en lugar de hacia aquellos que aún permanecen fríos frente a la vida cristiana. Caer en la tentación de pescar a quien ya está realizando un camino de fe, no sólo que es inútil sino hasta conflictivo. El trabajo entre las distintas asociaciones laicales que debería ser mancomunado, se transforma en una competencia constante, fruto de la rivalidad que genera el “tira y jale” de miembros.

Para que sucediese la pesca milagrosa los Apóstoles tuvieron que remar “mar adentro”. En realidad fue Jesús quién se los ordenó. Es ahí donde se encuentran los peces que aún nadie ha atrapado, esos son los que Dios espera que atrapemos y llevemos de regreso a la Iglesia. Cierto que puede ser tentador ingresar a nuestras filas a una persona que muestra aptitudes de liderazgo, que se nota que podrá hacer buenos aportes a nuestro movimiento, pero no es justo aprovecharnos del trabajo de otros. “Quien quiere su celeste, que le cueste” significa fatigarse remando bien adentro y luego el esfuerzo de llevar las redes hasta la playa. Así es como haremos crecer la Iglesia que recibirá exultante a tantos hijos que estaban perdidos y ahora recupera vivos y conscientes de su filiación.

La pastoral de conjunto exige una intensa colaboración entre los distintos movimientos. La misma vida parroquial requiere del aporte diverso y enriquecedor de cada carisma específico. Pero para poder lograr una convivencia fructífera es necesario renunciar a “pescar en pecera”.
Siempre mar adentro.

P. César Piechestein
elcuradetodos

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Ser Jarcias - Misioneros en nuestro propio lugar

Evangelizar a tiempo y a destiempo

La juventud que caracteriza nuestra comunidad ha sido siempre el motor a iniciativas a veces disparatadas. Eso sí, disparatadas por lo originales y hasta creativas, pero siempre dentro del margen que nos pide la Nueva Evangelización. Nueva en sus métodos y en su ardor, pero siempre fiel a Cristo y a su mensaje. Permítanme contarles un ejemplo, a modo de demostración. 

Es el caso de un jarciano de una ciudad pequeña. Desde muy joven había colaborado y colaboraba con la catequesis parroquial, como muchísimos jarcianos. Sin embargo una realidad le llamaba la atención. Cerca de la parroquia había un gran mercado de productos de primera necesidad. Muchas mujeres trabajaban ahí, como es común en Ecuador y tantos países de América Latina. Los días de mayor comercio son los fines de semana, desde antes de que amanezca hasta avanzada la tarde. Un trabajo duro y mal pagado. Este muchacho acompañaba a su madre a hacer las compras los sábados por las mañanas y le llamaba la atención el gran número de niños que metiditos en los puestos se pasaban las horas durmiendo, ayudando a preparar alguna verdura o jugando. Muchos de aquellos ya en edad de ir al catecismo. Se empezó a preguntar dónde recibían catequesis y cuándo, puesto que a horas de catecismo ellos estaban en el mercado. Sin más ni más decidió hacer una “investigaciòn de mercado” para encontrar respuesta a la cuestión y comprobó la triste realidad. Prácticamente ninguno de aquellos muchachitos frecuentaba la catequesis. 

Ni corto ni perezoso comenzó a pensar en una solución. “Si Mahoma no va a la montaña, hay que llevar la montaña a Mahoma”, por lo tanto la solución era llevar el catecismo al mercado. Buscó dentro de la estructura del mismo y encontró un espacio que durante la semana laborable funcionaba como guardería y que los domingos por la mañana estaba desocupado. Habló con el párroco, quien al principio se mostró un poco incrédulo frente a la propuesta. Dio sin embargo su aprobación y la firma en el oficio para solicitar el local. Teniendo luego el permiso de uso del local, sólo faltaba ganarse la voluntad de las doñitas convenciéndolas de privarse de la ayuda de sus chiquillos por dos horitas para poder educarlos en la fe. La acogida fue abrumadora. Ya desde le primer domingo el aula estuvo a rebosar de niños muy bien dispuesto y motivados. Desde aquel año y sin interrupción se han celebrado en la parroquia bautizos, primeras comuniones, confirmaciones y hasta matrimonios (porque ya saben que luego los papás se entusiasman) de la comunidad cristiana del mercado. Es una labor que ha cumplido ya doce años dando frutos.

Creo que “para muestra basta un botón”. Les invito a enviarme más testimonios de vida jarciana que nos animen y nos inspiren nuevas iniciativas. Recuerden que la Nueva Evangelización nos urge y el Papa nos ha llamado a celebrar el año de la Fe.
Siempre mar adentro.

P. César Piechestein
elcuradetodos

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Ser Jarcias - El apostolado laical II

Es importante que escuchemos lo que nuestra madre la Iglesia piensa y espera de los laicos. Sólo así se puede responder con exactitud y fidelidad, sin traicionar la misión del laico en el mundo. Les comparto primero la definición que da Puebla del laico, me parece clara e inspiradora:

Son “hombres de la Iglesia en el corazón del mundo, y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia”. (Documento de Puebla 786)

La Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, es decir los pastores que nos guían, afirman en el documento conclusivo de Aparecida lo siguiente al hablar de los laicos y de los movimientos apostólicos:
"210. Su misión propia y específica se realiza en el mundo, de tal modo que, con su testimonio y su actividad, contribuyan a la transformación de las realidades y la creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio.

El ámbito propio de su actividad evangelizadora es el mismo mundo vasto y complejo de la política, de realidad social y de la economía, como también el de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los ‘mass media’, y otras realidades abiertas a la evangelización, como son el amor, la familia, la educación de los niños y adolescentes, el trabajo profesional y el sufrimiento. Además, tienen el deber de hacer creíble la fe que profesan, mostrando autenticidad y coherencia en su conducta.

211. Los laicos también están llamados a participar en la acción pastoral de la Iglesia, primero con el testimonio de su vida y, en segundo lugar, con acciones en el campo de la evangelización, la vida litúrgica y otras formas de apostolado, según las necesidades locales bajo la guía de sus pastores. Ellos estarán dispuestos a abrirles espacios de participación y a confiarles ministerios y responsabilidades en una Iglesia donde todos vivan de manera responsable su compromiso cristiano. A los catequistas, delegados de la Palabra y animadores de comunidades, que cumplen una magnífica labor dentro de la Iglesia111, les reconocemos y animamos a continuar el compromiso que adquirieron en el bautismo y en la confirmación.

312. Los movimientos y nuevas comunidades constituyen un valioso aporte en la realización de la Iglesia Particular. Por su misma naturaleza, expresan la dimensión carismática de la Iglesia. En la Iglesia no hay contraste o contraposición entre la dimensión institucional y la dimensión carismática, de la cual los movimientos son una expresión significativa, porque ambos son igualmente esenciales para la constitución divina del Pueblo de Dios.

En la vida y la acción evangelizadora de la Iglesia, constatamos que, en el mundo moderno, debemos responder a nuevas situaciones y necesidades de la vida cristiana. En este contexto, también los movimientos y nuevas comunidades son una oportunidad para que muchas personas alejadas puedan tener una experiencia de encuentro vital con Jesucristo y, así, recuperen su identidad bautismal y su activa participación en la vida de la Iglesia.En ellos, “podemos ver la multiforme presencia y acción santificadora del Espíritu”."

lunes, 21 de noviembre de 2011

Memorias de una Ñañita IV - Dilátame en el amor

“Dilátame en el amor, para que aprenda a gustar con la boca interior del corazón cuán suave es amar y derretirse y nadar en el amor” Tomás de Kempis

Qué hermoso es estar de vuelta en casa, en el hogar de una Patria que se anhela y que los emigrantes la añoran cada vez que en ella piensan, pero más aun que deleite interno el encontrarme nuevamente con mi Amado Jesús, aunque no estaba el alma lejos de él durante mis vacaciones, no lo pude encontrar en la Eucaristía, pero él muy bueno conmigo y lleno de amor como un Padre ama su hija me concedió la paz y el silencio interno y me permitió consuelo. Traigo a mi mente las almas de grandes santos que buscaban su encuentro íntimo con Dios y tan solo alimentaban su cuerpo del Pan Eterno. Y a la vez pienso en cuán lejos estoy de igualarme a ellos, pero Dios que conoce los corazones sabe que mis deseos son rectos.
Santa Teresita del Niño Jesús.

Aquel día en que volví a encontrarme con mi enamorado, ese día en el Altar esperaba fervientemente y con una ansiedad el poder comulgar, el poder tenerlo nuevamente en mi corazón, todo fue muy hermoso, nadie cantaba ese día en el coro, pero yo escuchaba las melodías del corazón y sentía fuertemente mis latidos, (no cambiaría esta alegría ni por todos los viajes de vacaciones, ni por carros, ni por joyas, nada absolutamente nada se compara a la paz y deleite que ese día sintió mi corazón).

Pero en todo ese éxtasis y derroche de amor de mi amado Jesús para conmigo pasó algo muy extraño, algo que si bien me lo había preguntado en mis adentros por reiteradas ocasiones, dicho momento se me presentó muy claro y aunque el alma se distrajo me conmovió mucho y agradó el haberlo presenciado. Y fue entonces, que vi, en el momento de la Comunión, arrodillado junto a mi a un hombre de unos 45 a 50 años, con una radiante faz, siento que no se dio cuenta de mi apreciación, pero yo si de la de él y profundice en su actitud, no sé ni su nombre, sin embargo recuerdo muy bien su voz, muy gruesa podría asegurar que Dios en el Cielo la escuchó, por su fuerza, su piedad y devoción, y ¡para gran final comulgó!, se encontró también ese día con su Amado Jesús. 

De seguro he visto millones de personas en lo que llevo de vida con sus familias, de la mano asistiendo al Banquete espiritual, banquete que el Mundo no entiende, porque está tan ocupado en cosas pasajeras, más, ¡de lo que se están perdiendo! me he dicho en mis adentros.

Pero al ver a este hombre, mi alma se conectó en ese momento de manera más fuerte con la de mi Padre de la tierra, él se llama Bolívar, cómo hubiera deseado que aquel hombre que cantaba, oraba y estaba de rodillas frente a la Cruz ¡hubiera sido él!. Me emocioné mucho e inclusive mi falta de reflexión me llevo a abrazarlo como si fuera mi padre en el momento de la paz y con mucha más atención que a los demás. 

Recordé la Vida de Santa Teresita del Niño Jesús quién llamaba a su Padre “su Rey” y él a ella “su Reinecita” y cómo iban los dos a Misa, todos los días, muy temprano cogidos de la mano como dos enamorados, luego sería él quién entregaría una más de sus hijas a Dios. 

Si bien es cierto, mi padre es el hombre que más amo en la tierra pues me hizo conocer a Dios, el me dio mi primer kerigma! Y me catequizó! llevándome los Domingos también de la mano a Misa y llamándome Mi Reina en sus cartitas, inculcándome piedad en mis obras, una vez cuando era pequeña no recuerdo la edad pero había peleado con mi hermana menor, le pregunté a mi papá si era malo pelear (creo que era demasiado pequeña pues no había distinguido bien mi actuar), el me respondió que hay ángeles buenos y malos y cuando actúo mal, vence el mal y cuando actúo con amor vence el amor y Dios se pone feliz, ¡Qué gran teólogo mi Papito!, sin saberlo sembraría en mi nobles sentimientos y gracias a sus enseñanzas lo que busco ahora ya con discernimiento y madurez es hacer el bien en toda ocasión para alegrar a Dios. Bien dice el libro de Proverbios: "Escucha, hijo, la instrucción de tu padre, y no desdeñes la enseñanza de tu madre". 

En otra ocasión, recuerdo que rezábamos el Santo Rosario porque pasaba nuestra familia por una situación difícil, nos reíamos cuando a plena luz del sol y en medio de lágrimas mientras rezábamos, empezó a llover!, cuando él llegó en la noche dijo: “Gracias hijos por sus oraciones, me fue muy bien y las cosas se han resuelto!, en mi soledad lloré pues pensaba: ¡qué Dios tan amoroso tenemos, que tiene mil cosas que hacer y se ocupa rápido y personalmente de aquellas que se hacen con mucha fe!.

No habría tantas palabras en el mundo para contar los recuerdos que tengo de papá cuando era pequeña. Y ahora que soy joven, he llegado a admirarlo mucho y lo amo mucho, como él me ama a mi, pero deseo tanto que mi felicidad sea la suya y el pensar de lo que se pierde mi familia al no comulgar y saborear lo que el Mundo ignora: la paz y felicidad verdadera que Dios nos quiere regalar, me causa en el alma un triste pesar.
Zelia y Luigi Marin, padres de Santa Teresita.

Aquel hombre sentado junto a mí en la Iglesia dicho día de mi rencuentro con Dios, sin saberlo ha logrado en mí un profundo deseo: de que mi amada familia se acerque al Banquete espiritual de la Iglesia en la que ellos mismos me bautizaron y cuyas promesas de aquel día cumplieron, cuidarme y formarme en la fe.

Que la gracia que más necesitan sea derramada en sus corazones y ustedes jóvenes que fueron educados en el amor demuestren siempre a la sociedad que ¡en Cristo Eucaristía está nuestra Vida!

Hijos, obedezcan a sus Padres como agrada al Señor, porque esto es justo. El primer mandamiento que contiene una promesa es este: “Honra a tu Padre y a tu Madre para que seas feliz y vivas una larga vida en la Tierra”. Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos sino más bien edúquenlos con la disciplina y la instrucción que quiere el Señor”
Efesios 6: 1-4.

Atte.
Quien en esta Vida ha recibido solo amor

Cristina Franco Cortázar

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Ser Jarcias - El apostolado laical

El apostolato laical sigue debatiéndose entre dos extremos. De una parte los “laicos de sacristía” que limitan su testimonio al marco de la parroquia, de los actos de piedad y de la colaboración en la pastoral. Del lado opuesto el modelo del “laico progresista” que se siente llamado a cambiar la sociedad desde la acción social-política. En ésta ocasión habrá que pensar en un justo medio, donde se mezclan ambos extremos en la dosis correcta.

Nuestros lineamientos de espiritualidad nos piden vivir la excelencia profesional al mismo tiempo que la excelencia pastoral. No podemos creer que nuestro apostolado se agote dentro del marco de la parroquia, como tampoco prescindir de ella que es precisamente la comunidad de fe. El trabajo, la profesión que hemos asumido es para nosotros el medio para servir, para siendo parte del entramado social, ir construyendo la Civilización del Amor. Y aunque tenemos claro todo esto, aún nos queda mucho que hacer para unir éstas dos realidad. Evangelizamos en la parroquia y somos óptimos profesionales y trabajadores en la empresa, pero aún no logramos evangelizar las realidades en las que nos desenvolvemos profesionalmente.

Les comparto la experiencia de un jarciano universitario. Apenas iniciados sus estudios superiores se cuestionó sobre el hecho de estudiar en una universidad católica, que de católica poco tenía. Pensó que podía servir mejor si acercaba a sus compañeros a Cristo. Una vez que logró establecer una buena relación con sus condiscípulos, les propuso aprovechar una hora libre, los miércoles por la mañana, para reflexionar el Evangelio. De los 27 invitados se decidieron sólo 5, pero ya sabemos que Jesús dice que donde dos o más se reúnan en su nombre ahí está El. Con ellos se formó el grupo que cada semana leía y comentaba un pasaje del Evangelio. Una iniciativa pequeña pero seguramente eficaz que les acercó a la Palabra y les recordó lo que significa ser cristianos.

Dicen que para muestra basta un botón. Estoy seguro que cada uno de ustedes es capaz de encontrar otras formas, más eficaces y creativas, para ser misionero en el propio lugar. Nuestro modelo de apostolado laical no se limita a la coordinación o al trabajo en la parroquia. No nos podemos conformar con evangelizar a los que llegan a la Iglesia, porque estamos enviados a todos los católicos, pero especialmente a los indiferentes, a los que aún no han tenido un encuentro personal con Cristo, a quienes no vienen a Misa. Como laicos, en medio del mundo del trabajo, tenemos una oportunidad específicamente nuestra de llevar ahí el Evangelio. Ni de sacristía, ni asistentes sociales, ni revolucionarios indignados. Somos cristianos comprometidos con la Iglesia en la nueva evangelización, cada uno según su carisma y vocación.
Siempre Mar Adentro.
P. César Piechestein

jueves, 10 de noviembre de 2011

Jarcianos llamados por Dios al sacerdocio - Os daré pastores 68

Exhortación Apostólica Postsinodal "Os daré pastores"  68:

"También las asociaciones y los movimientos juveniles, signo y confirmación de la vitalidad que el Espíritu asegura a la Iglesia, pueden y deben contribuir a la formación de los aspirantes al sacerdocio, en particular de aquellos que surgen de la experiencia cristiana, espiritual y apostólica de estas instituciones. Los jóvenes que han recibido su formación de base en ellas y las tienen como punto de referencia para su experiencia de Iglesia, no deben sentirse invitados a apartarse de su pasado y cortar las relaciones con el ambiente que ha contribuido a su decisión vocacional ni tienen por qué cancelar los rasgos característicos de la espiritualidad que allí aprendieron y vivieron, en todo aquello que tienen de bueno, edificante y enriquecedor.(210) También para ellos este ambiente de origen continúa siendo fuente de ayuda y apoyo en el camino formativo hacia el sacerdocio.

Las oportunidades de educación en la fe y de crecimiento cristiano y eclesial que el Espíritu ofrece a tantos jóvenes a través de las múltiples formas de grupos, movimientos y asociaciones de variada inspiración evangélica, deben ser sentidas y vividas como regalo del espíritu que anima la institución eclesial y está a su servicio. En efecto, un movimiento o una espiritualidad particular «no es una estructura alternativa a la institución. Al contrario, es fuente de una presencia que continuamente regenera en ella la autenticidad existencial e histórica. Por esto, el sacerdote debe encontrar en el movimiento eclesial la luz y el calor que lo hacen ser fiel a su Obispo y dispuesto a los deberes de la institución y atento a la disciplina eclesiástica, de modo que sea más fértil la vibración de su fe y el gusto de su fidelidad».(211)

Por tanto, es necesario que, en la nueva comunidad del Seminario —que el Obispo ha congregado—, los jóvenes provenientes de asociaciones y movimientos eclesiales aprendan «el respeto a los otros caminos espirituales y el espíritu de diálogo y cooperación», se atengan con coherencia y cordialidad a las indicaciones formativas del Obispo y de los educadores del Seminario, confiándose con actitud sincera a su dirección y a sus valoraciones.(212) Dicha actitud prepara y, de algún modo, anticipa la genuina opción presbiteral de servicio a todo el Pueblo de Dios, en la comunión fraterna del presbiterio y en obediencia al Obispo.

La participación del seminarista y del presbítero diocesano en espiritualidades particulares o instituciones eclesiales es ciertamente, en sí misma, un factor beneficioso de crecimiento y de fraternidad sacerdotal. Pero esta participación no debe obstaculizar sino ayudar el ejercicio del ministerio y la vida espiritual que son propios del sacerdote diocesano, el cual «sigue siendo siempre pastor de todo el conjunto. No sólo es el "hombre permanente", siempre disponible para todos, sino el que va al encuentro de todos —en particular está a la cabeza de las parroquias— para que todos descubran en él la acogida que tienen derecho a esperar en la comunidad y en la Eucaristía que los congrega, sea cual sea su sensibilidad religiosa y su dedicación pastoral».(213)

martes, 8 de noviembre de 2011

Memorias de una Ñañita III - Mi casita en el Cielo.

“En n la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino”  
(Jn 14, 2)

Hoy me ha cautivado una vez más el amor de Dios, y de qué manera lo ha hecho, solo como él sabe hacerlo, creatividad, inocencia, pureza, esto es magnífico, ya que al contemplar tanta grandeza yo me quedo conmovida, y no puedo más que anunciar esta alegría de saber que ¡soy hija de un Grande! y ¡Que más que amigo es todopoderoso y es mi Padre!.

Bueno, yo les transcribo el diálogo que tuvimos los que visitamos a Jesús aquella noche, esta vez estaba vestido de niño trabajando en la calle:

Cristina: Chicos hoy en nuestro tema de Catequesis tenemos que hablar del Cielo! Se lo imaginan ya? Qué creen qué hay ahí?
Kevin: Mmm, Hay una cancha grandotaaaa de césped para jugar fútbol!
Roger: Hay puuura comida!
Andrés: ¿Piscina también hay ahí, Cristina?
Cristina: Claro! que sí!- Y muchas mansiones!!!
Cristina: Pero niños, así también debemos explicarles que hay un Infierno, Cómo se lo imaginan?
Delhi: Ahí todo eso que dijeron está quemado!!!

Un diálogo simple, sencillo, que a mí me dejó claras las cosas, muchas veces sucede que son los niños quienes nos enseñan. Ni siquiera tenía claro cómo explicarles esta realidad existencial, ausencia de Dios y entre risas y doctrina concluí que no hay buen humor en el infierno ya que todo la alegría y felicidad completa que ansiamos allá abajo está quemada!.

Entonces, ¡qué gran ilusión es estar en la tierra construyendo el camino hacia el Cielo!, donde estaremos todos los amigos y a quiénes hemos atraído de alguna manera a seguir ese caminito. Entendiendo esto, todas nuestras ideas, proyectos de vida, pensamientos, canciones, etc, todo se ordena, todo contribuye a llegar al objetivo que es encontrarnos cara a cara con el Dios vivo que nos dirá alegremente y con los brazos extendidos: ¡Venid benditos de mi Padre!

He ahí la gran sabiduría de uno que es mayor que Salomón, que ha dicho claramente que la verdad ha sido revelado para los humildes y sencillos de corazón, corazón como el de los niños, de ahí que no entraremos sino somos como ellos.

Como ven no hay aquí revelación, una revelación del Tercer Cielo como le aconteció a Pablo, o una transverberación como la de Teresa de Ávila, o cómo el martirio de los grandes santos, que consumidos en el amor de Dios no les hacía nada ni el fuego, ni la tortura, qué maneras de ser revelado el Amor, eh!, sé que Dios también hará cosas maravillosas con los que creemos en él de todo corazón, a mi me lo dijo en un niño, y a todos nosotros nos lo seguirá diciendo de mil maneras hasta que cara a cara y habiendo amado hasta el extremo, abracemos al Amor y nos muestre nuestra casita en el Cielo. Creo que este no es el fin de la narración…

Cristina Franco Cortázar

jueves, 3 de noviembre de 2011

Entrevista a San Pedro: "Me encontré con Jesús".

¿Que les hable de Jesús? ¡No puedo! ¡No puedo dejar de hacerlo! Aunque me quedara mudo… mi vida entera hablaría de él. Yo morí ya hace mucho, es Él quien vive en cada fibra de mi ser. Es él el dueño de mi vida. Él posee todo mi ser, creo que desde siempre… creo que desde aquella primera vez que nos vimos… ¡¿Cómo olvidar es mirada!?

Mi hermano Andrés era otra cosa. Estaba siempre buscando a Dios, queriendo agradarle. Quería encontrar al Mesías. Tenía un maestro exigente Juan, quería llevarme a verlo pero yo estaba en otros afanes: Trabajar, ganarse la vida, mantener a mi familia, (p)si… agradar a Dios, pero primero buscar el pan, llenar la barriga. En cambio Andrés pendiente de esas cosas, conoce a este otro “maestro” y lo sigue y viene a querer que yo lo siga… ¡Claro! ¡Lo mandé zumbando! Pero él insistía e insistía. Hasta que se dio el momento. El Maestro vendría. Y nunca más he podido olvidar esa mirada…

Me miró y yo tan ocupado en los afanes de esta vida, me sentí despojado de todo. De pronto sentí que nada de lo que hacía era verdaderamente importante. Mi hermano que tenía más sensibilidad para esas cosas lo notó desde el comienzo. Y lo siguió. A mí tuvo que venir a buscarme. Y lo digo con vergüenza. ¿Quién era yo para que mi Señor me venga a buscar?

Pero vino… y me miró… y yo quería escapar de esa mirada… Me interrogaba, me cuestionaba, me exigía, me avergonzaba de mí mismo… Pero a la vez me amaba. Me amaba como nadie nunca antes lo había hecho. Y a mí, hombre de mar, eso me daba miedo. Yo no sabía seguir ni obedecer a nada ni a nadie, más que al mar. Y ese Hombre, hasta el nombre me cambió. Era la señal de mi cambio de vida: No podía evitarlo, lo deje todo. ¡Todo! No es fácil de explicar. Yo no era un niño, tenía mi vida hecha, no quería complicarme con las enseñanzas de mi hermano Andrés. Pero vino Jesús y me llamó y yo lo dejé todo para seguirle. Nadie que me conociera bien se podía explicar qué me había pasado. Pero fue Él. Yo no hice nada, Él llegó y se volvió mi Maestro y mi Señor.

Recuerdo las primeras palabras… Las primeras enseñanzas…
Esa pesca que en verdad fue milagrosa… Y es que, hasta el mar le obedecía. Yo no quería seguirlo, no porque no me atrajera, sino porque mi vida era tan distinta a Él y a lo que El enseñaba. Por eso me atreví a decirle de rodillas que se alejara de mí, pues era un pecador. Pero él tenía otros planes para mí. Y encima sus palabras: “Vengan conmigo y serán pescadores de hombres” Claro que a veces no lo entendía. Hablaba de Su Padre y el Reino. Y todo eso para mi era muy oscuro. Pero me atraía increíblemente la fuerza de su testimonio. Él hacía lo que decía. Además, sus palabras y sus enseñanzas eran tan sencillas. Su vida para mi era la vida más natural y más perfecta que yo podía vivir. Estar con Él era para no querer nada más. Y si había alguien en este mundo en quien yo podía confiar, era en Él.

Sentía que podía fiarme de Él y de su palabra como de nadie. Como la vez que se nos apareció caminando sobre las aguas. Todos gritaban de temor. Pero yo me dije “si es Él, podré hacer lo que Él hace, si el lo manda”. Le pedí que me mandara a ir con Él sobre las aguas. Al instante respondió “Ven” Y, sin explicármelo mucho, yo ya me había lanzado hacia Él. Fue entonces cuando mi ser racional me cuestionaba que eso era imposible. Y justo ahí, en frente Suyo, empujado por la violencia del viento, empecé a dudar y a hundirme. Pero, como siempre, me salvó de hundirme. 

Podíamos pasar días enteros escuchando sus enseñanzas como aquella vez que ya se nos hizo muy tarde para despedir a toda esa multitud. En realidad eran miles. Y nos dio de comer a todos… ¡A todos! 

¡Cómo nos aceptaba a pesar de lo necios y tardos para entender que fuimos! No, no sólo nos aceptaba. Nos iba moldeando de la manera más delicada posible, como un padre amoroso, o hasta como una madre. La experiencia del Tabor me demostró cuánto debía aún moldear mi carácter impetuoso. ¡Qué manera de burlarse de mí los hijos de Zebedeo, por haber querido construir carpas para Jesús y sus compañeros aparecidos desde el Cielo! 

Pero es que yo no pensaba mucho. Yo actuaba.
Por eso también esa tarde que empezaron a abandonarlo muchos por lo duro de su discurso, pude reafirmar a mis hermanos en la certeza de que hacíamos lo correcto quedándonos con Él. Porque me fiaba enteramente de su Palabra… que lo era todo para mí. Yo sabía que lo que Él decía era la única verdad. “A quién iremos” le dije, “ Si sólo tu tienes palabras de vida eterna” Por eso me entró tanto miedo cuando anunció lo que padecería. ¡Yo no quería perderlo! 


O por lo menos eso pensaba. Aún no sabía que esto de seguirlo es una lucha de cada día… Un aceptar la cruz en cada circunstancia que se nos presenta. También, como buen maestro que era, me reprendió duramente, cuando yo demostraba que mis deseos no eran conforme los del Padre: Así llegó a llamarme “Satanás”, porque yo, su gran amigo, le presentaba en ese momento su gran tentación. Aunque eso no hizo que dejara de sentir por mí esa predilección que le hizo llevarme junto a los de Zebedeo: Juan y Santiago, a vivir las situaciones más significativas de nuestras vidas.

Quizás tenía la esperanza de que, cuando las cosas su pusieran difíciles, nosotros podríamos sostener al resto. Pero yo mismo, fui tan cobarde… Si no hubiera sido por la Madre, no sé si yo siguiera aquí. Ella nos reunía, con el atrayente silencio y fidelidad que el Maestro debió haber heredado de Ella.

Aunque mi vida fue un si a rajatabla, tuve momentos de cobardía (se pone triste recordando). Pero es hermoso cómo Él contaba hasta con mis debilidades. Él sabía que yo le fallaría… Y nunca dejó de amarme. Cuando lo apresaron y todos lo abandonamos. Creí que nunca me lo iba a perdonar… Cuando negué conocerlo pensé que no podría vivir con esa culpa. Pero antes que yo mismo me perdonara Él ya lo había hecho… (pausa como recordando)
Su mirada… (se queda recordando) nunca me reprochó nada. Al contrario. Me amaba, me amaba y lo hacía por mí… era todo lo que me decía su mirada… (se queda en silencio)
Jesús… ( cierra los ojos) Jesús… no está muerto. (abre los ojos) No, no lo está. Está vivo. La Cruz no lo venció. Él triunfó, sobre la muerte, sobre el dolor, sobre la Cruz, sobre nuestros pecados.
Esa locura, esa extraña manera que escogió, es una historia de amor. De un loco amor.

Anónimo Jarciano

domingo, 30 de octubre de 2011

Testimonio: Jesùs me tumbò del caballo de mi vanidad.

El último día de agosto de 1.975, en un pintoresco pueblito de Manabí; nació un niño en un hogar lleno de amor, aunque con muy pocos recursos económicos. Era el sexto de siete hijos de la familia. Cuando tenía solamente meses de nacido "saludó muy de cerca la muerte" y su madre sin saber lo que hacía lo consagró al SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS… sin saber lo que hacía, pues pese a ser católica por herencia no asistía a misa todos los domingos, mucho menos tendría el conocimiento de lo que significaba consagrar a su hijo a DIOS, sin embargo, ella es una mujer llena de valores y principios morales que recibió un mensaje del Espíritu Santo para hacerlo.

Este niño creció alegre, lleno de amor y apasionado por la vida, con las continuas llamadas de atención por sus diarias travesuras. Al crecer, ese carácter indomable y las cosas del mundo, deslumbraron a este joven que empezó a caminar por un camino lejos de Dios. Cada día se aferraba a sus metas económicas y profesionales, al otro dios como menciona San Mateo en su capítulo 6, versículo 24. Superó muchas dificultades y esto agrandó su ego y vanidad. Empezó a triunfar en las metas materiales que se había trazado y sin darse cuenta fue cambiando al punto que su arrogancia no le permitía ver la mano de DIOS en su vida.

En septiembre de 1.999, tuvo una gran pérdida humana, su hermano estaría junto a Dios de una forma inesperada, esto marcó su vida. JESÚS lo tumbó del caballo de la vanidad en que el cabalgaba, y al caerse se dio cuenta que estaba ciego, pues no podía ver las cosas realmente importantes de la vida, empezó a buscar algo que llene el vacío que sentía dentro de él.

La tarde del domingo 12 de diciembre de 1.999 empezó a asistir al Santuario nuestra señora de la Alborada; previo a esta reunión en la mañana del mismo día, se había acercado a preguntar sobre los grupos juveniles, fue acogido, integrado. Posteriormente, en febrero del año 2.000, asistió por primera vez a un campamento de la Comunidad Misionera JARCIA, y fue aquí donde se encontró con Dios por primera vez y recobró la vista. Habían pasado casi 25 años desde que ese niño consagrado, ahora ya un hombre, vuelva a ver a DIOS y reencontrase con su PADRE CELESTIAL. Desde ese día él abrazo la FE de Cristo y decidió seguir a DIOS pese a que tenía que luchar contra todos los malos hábitos aprendidos en su vida mundana. Esta COMUNIDAD DE JOVENES MISIONEROS lo recibió, lo acogió y le dio el apoyo que él necesitaba para caminar por un nuevo camino, eso significó un verdadero cambio para él y la oportunidad de una nueva vida. Esos chicos fueron instrumentos para cada día ir conociendo un poco más de Dios y acercarse a Él. Así empezó a seguir a Jesús…

Este nuevo miembro de JARCIA no sabía lo que pasaría en su vida, más aún cuando todos sus compañeros de fraternidad asumían nuevos compromisos y él no se sentía listo. Hubieron ocasiones en que pensó que él nunca podría asumir a postulante y menos aún soñar con una consagración, por todo lo que había ofendido a Dios con su antigua vida. Poco a poco DIOS empezaría a sacar dentro de él ese hijo que había creado para hacer su voluntad.

El año 2.005 fue un gran año espiritual para él, recibió cuatro Sacramentos de la Iglesia: Reconciliación, Comunión, Confirmación y Matrimonio. Había vivido ya un proceso de discernimiento vocacional y estaba seguro que su vocación no era el sacerdocio sino la vida matrimonial. A partir de este año, empezó una nueva etapa en su vida espiritual la más feliz hasta esa fecha, pues la mujer que Dios le daba como esposa ha sido desde pequeña un ser muy espiritual, ella lo ayudó a crecer y entender sus dudas de fe, que eran muy frecuentes pese a todo lo que DIOS le había regalado. En el año 2.007 fue papá por primera vez y esta experiencia maravillosa lo hizo entender un poco mejor como es el amor incondicional de DIOS PADRE (claro manteniendo las distancia, pues ÉL es ÉL, y aunque estamos llamados a seguirlo somos muy frágiles ante su poder, grandeza y capacidad de amar....pues DIOS es AMOR).

Dios siguió colmando su vida de bendiciones y en el año 2.009 otra vez le regaló la felicidad de ser papá. Es maravilloso ver corriendo, riendo y saltando un ser tan pequeño, dulce y a veces incontrolable, que sabemos que son carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre, sólo DIOS con su PODER puede ser capaz de convertir a seres imperfectos como nosotros en procreadores de vida.

Hoy este personaje disfruta la vida, especialmente por los logros espirituales más recientes. En agosto del 2.010 se consagró a CRISTO a través de su amada Comunidad JARCIA que es un paso importante hacia la santidad. Lo más maravilloso es ver a sus pequeñas de rodillas junto a él, haciendo oración luego de la Eucaristía, y escucharlas darle gracias a nuestro Padre Celestial por tanto amor en nuestras vidas, finalmente se levantan y despiden de Jesús Eucaristía lanzándole besos a “Diosito” (pues así le dicen con esa inocencia y amor que solo los niños pueden dar).

Una UTOPÍA para el año 2.012; este miembro consagrado de JARCIA sueña que en mayo del próximo año, al menos 10 parejas Jarcianas estemos en el VII ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS EN MILÁN, quizás sea una meta muy difícil de alcanzar pero no es imposible pues como decía su primer coordinador de Pre-jarcia “JESÚS Y YO MAYORÍA APLASTANTE”….”SI CRISTO ESTÁ CON NOSOTROS… ¿QUIÉN EN CONTRA?”, no sé como termine este sueño, pero “con trabajo y mucha oración todo es posible”.

Esta historia continuará…

Wilde Zambrano

miércoles, 26 de octubre de 2011

Memorias de una Ñañita II - Cuentos

-Cuéntame niñito de dónde vienes y por qué cansado estás?

-Tengo mucha sed, y quiero descansar,

-Siéntate niñito en este jardín mientras agua te doy y me cuentas a dónde vas.

-Yo vengo de un lugar que tú conocerás, dónde no hay maldad y todos aman sin igual. Entonamos canciones, contamos estrellas, jugamos sin parar, no hay noche ni soledad, todo es alegría una felicidad completa.

-De qué hablas niñito, ¿acaso el Sol te hizo mal?, que sueñas con lo que nos espera en la Gloria Celestial.

-Sí, quisiera contarte más, de ángeles que verás pasar, grandes y pequeños con una belleza sobrenatural.

-Si no estás deprisa niñito puedes contarme más, y explicarme ¿por qué dejaste ese lugar tan especial?

-Vine a recordarte que te espero allá, que me alegra que estaremos compartiendo la plena alegría de amar, que no desfallezcas acá, que tu nostalgia desaparecerá y tus lágrimas se convierten allá en una dulce melodía ante el Padre Celestial.

-Antes de continuar recordando a los demás lo que les espera en la recta final, dime tu nombre, niña bonita, dime cómo te llaman tus amigos.

-Yo soy Teresita del Niño Jesús

-Y tú ¿quién eres niñito? Dímelo antes de que partas ya!

-Yo soy Jesús de Teresita.


Cristina Franco Cortázar

lunes, 24 de octubre de 2011

Los 10 años de la Comunidad de Milagro

Queridos Hermanos:

Parece que fue ayer cuando Monseñor Juan Larrea, que Dios lo tenga en su gloria, me decía que había decidido nombrarme párroco en Milagro. Yo no tenía casi ni idea de la ciudad, porque apenas si conocía la zona por la que hay que cruzar para tomar la vía a Naranjito ( pa’ comer fritada). Y sin embargo estaba convencido de que era la voluntad de Dios, manifestada a través del obispo, lo que me llevaba hacia aquel lugar.

Cierto que me hacía mucha ilusión pensando en cómo sería, porque dicen que para un sacerdote la primera parroquia es como el primer amor. Me iba construyendo la parroquia de mis sueños con mucha gente contenta, muchas comuniones, muchos grupos trabajando en concordia, etc, etc. Pero esa era la meta, no es que yo pensaba encontrarlo todo ya hecho.

Es verdad que el panorama inicial no fue tan consolador. Había mucho por hacer, pero es verdad también que encontré una comunidad dispuesta a todo y con muchas ganas de trabajar. Hombres y mujeres que me recibieron con alegría y que enseguida se pusieron a las órdenes. Sólo había algo que me preocupaba y es que entre tantas personas los jóvenes prácticamente estaban ausentes. Se los podía contar con los dedos de una mano y te sobraban. Así que no era posible quedarse de brazos cruzados ante semejante debilidad de la parroquia.

Ni corto ni perezoso hice una invitación a los pocos jóvenes que vinieron a Misa el domingo. No recuerdo bien, pero me parece que asistieron cinco, entre ellos recuerdo a Paulino Aguayo, el vecino de la casa parroquial. Ellos se mostraron interesados en la propuesta de iniciar Jarcia en la parroquia y ese fue el principio de la aventura.

Había que tener en cuenta que mi situación ya no era la misma. Como párroco no podía dedicarme en especial a ningún grupo o movimiento puesto que eso podría haber causado división. Así que el siguiente paso fue hablar con los provinciales en Guayaquil y pedirles la ayuda necesaria. Y fue así que llegó a éstas tierras milagreñas Javier Ochoa, quien en aquel tiempo era postulante, para coordinar Cristo del Consuelo. Lo siguieron un poco más tarde Ginger Villalá, David Brunis y Marcos Mendoza. Ellos fueron los gestores de las tres primeras zonas de Milagro, que más tarde se convertiría en provincia.

Desde aquel entonces han pasado ya 10 años. Mucha juventud milagreña ha recibido y también ha aportado en la comunidad. Algunos ya no son parte de ella, pero los recordamos con cariño y conservamos su amistad, sin perder la esperanza de que algún día regresen. Otras zonas se han fundado y nos han permitido ser más misioneros. Algunos de nuestros hermanos ya hecho su opción vocacional. La comunidad sigue madurando, sirviendo y produciendo frutos.

Hoy me pregunto cómo será Jarcia Milagro dentro de 10 años y la verdad es que no me lo imagino, pero me atrevo a decir que será más y valdrá más, porque nunca se ha cansado de servir y ha procurado hacerlo cada vez mejor.

Le doy las gracias a Dios por haberme permitido ser parte de vuestra historia y les agradezco también a ustedes por el afecto que siempre me han brindado. Saben que siempre pueden contar conmigo para lo que sea menester (por ahora sólo con mis oraciones hasta que regrese de Roma).

Siempre Mar Adentro y hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos … ustedes

lunes, 17 de octubre de 2011

Memorias de una Ñañita I - Creer y aceptar

Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” Jn 11, 40
Definitivamente, la persona de Jesús que habitó en la Tierra es algo que no se puede discutir con la historia, es un hecho real y punto, no solamente la Sagrada Escritura lo contempla sino que datos históricos, recopilaciones bibliográficas, sucesos en el mundo y en la época del imperio romano confirman, sin lugar a dudas, la intervención de una persona de condición divina que restablece el orden de las cosas.

Ahora, qué difícil es hacer entender la divinidad de Cristo a quien ha bloqueado su razonamiento a un acontecimiento real, tangible, o bien, lo encuadra en un marco general, colocando a Jesús como un personaje histórico, un revolucionario idealista, dejandolo al mismo margen de nivel que otros como Justiniano, Martin Luther King, Mahatma Gandhi, Madre Teresa de Calcuta, etc.

Sin embargo, aceptar su existencia es un paso, pero no el definitivo, pues se corre el riesgo de que la admiración a un personaje se quede en la mera contemplación de las ideas, sin profundizar en el mensaje y en la repercusión que causa en la existencia de seres y cosas, y más en la propia vida. Esta es la misma admiración de la que habla el Evangelio, la que Herodes tenía al profeta Juan el Bautista y ya conocemos el desenlace.

Así mismo lo recuerda, Benedicto XVI en su encíclica, “Deus caritas est”, no se comienza a ser cristiano con la aceptación de una teoría o explicación de un acontecimiento, esto no ayuda , ya que es el encuentro con Cristo el que marca el momento crucial, con la realidad, “es al que hemos visto y oído y damos testimonio de ello”.

Este hecho natural propio de la profundización del ser, cambia el sentido a la historia, y es que es tan complejo y a la vez tan sencillo entenderlo que uno ya no vuelve a ser el mismo. Complejo porque la historia de cada ser humano es distinta y no se repite, se repite el efecto transformador y la dimensión universal en el alma, pues ha sido la aceptación del amor impregnado en el ser, y sencillo a su vez porque la majestuosidad de Dios se revela a los que la aceptan. La verdad, una vez hallada ya no acepta más cuestionamientos.

Y es que ya no podemos ser los mismos, toda la historia del ser en adelante, se ordena ahora en una perfecta armonía cuyo fin ya está completamente definido. Se camina, se progresa, se descansa, se trabaja, se proyecta el ser únicamente en ese objetivo, esa finalidad que anhelamos, que no es fácil, pues vivimos en la carne y no según la carne como antes. 

¿Cuál es esta finalidad? Una estrella fija, un ideal que alcanzar, un ideal que llevado a lo concreto es la Verdad, existe, se desarrolla y se anhela algo que las realidades contemporáneas y creaturas no alcanzan a llenar. Es la persona de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre que acompaña, que purifica, que propone y hace abrazar la virtud, ya que camina junto al ser en todos los episodios de su vida y es entonces que acontecen los milagros, pues el ser humano participa de las maravillas que se viven en la realidad celestial.

Reconociendo a Dios Padre que no es un dios abstracto que lo fabrica la mente del hombre, es un Dios amigo que crea y recrea, solamente así se explica que ama tanto al ser que ha creado que lo busca constantemente. Se acepta la verdad que es Jesús, que reconcilia a la humanidad con su Creador dando su vida por amor, ya que la muerte de cruz es el desenlace de los que aceptan este amor hasta el extremo. Y cuál amor más grande que el que nace de este vínculo entre Padre e Hijo, aquel que hace posible lo que ni la ciencia, ni la razón, ni la filosofía terminan de explicar, que atraviesa barreras de tiempo y medida, un Espíritu Santo que renueva y da vida, ¡esto es magnífico!

Esta dulce verdad, que eleva al alma y la alegra para siempre, ¿por qué le cuesta tanto al ser aceptarla?

Cristina Franco

martes, 11 de octubre de 2011

Quien insiste lo consigue - Vivir en Comunidad

Creo que a todos nos es familiar la insistencia de nuestra madre. Basta recordar cuántas veces nos dijeron que nos tomásemos la sopa, que nos atáramos bien los cordones de los zapatos o que no dejáramos los deberes para último momento. Y al final (aún con la resistencia inicial), terminábamos obedeciendo más por que no nos siguieran repitiendo el estribillo, que por auténtica docilidad. Y es que la insistencia tiene el poder de la gota de agua en la roca. Una gotita no hace ninguna diferencia, pero la constancia y el tiempo labran un surco hasta en la superficie más dura.

Creo que ninguno duda del amor que su madre le profesa y esa insistencia es una de las manifestaciones más palpables de ese amor. Y es que la insistencia manifiesta paciencia, esperanza y sobre todo preocupación constante por el bien ajeno. Quien te ama no se cansará de repetir, de insistir, tantas veces cuántas sean necesarias, el mismo canto con tal de lograr su objetivo: tu bien.

Qué podríamos decir entonces de quien busca para ti el bien supremo, es decir que conozcas a Dios y que alcances la vida eterna? Decía San Pablo que hay que evangelizar a tiempo y a destiempo, lo que quiere decir siempre. Y es el amor a Dios y al prójimo lo que nos impulsa. No podemos, pues nos debería ser imposible, dejar de insistir.

Cierto es que muchas veces no nos querrán escuchar. Quizás alguna vez hasta nos traten mal. Lo mismo les sucede a las madres y aún sabiendo que tantas veces sus palabras pueden caer en saco roto, no por eso dejan de decirlas, no por eso dejan de cumplir con su deber, con lo que el amor les exige.

Insistamos, seamos constantes, dejémonos mover por el amor, y tarde o temprano aparecerán los frutos. Quizás no nos toque a nosotros recogerlos, pero es que tampoco son para nosotros, son para el Señor. Así que qué más da si no los llegamos a ver, lo importante es que hayamos sembrado sin desmayar, insistentes, persistentes, firmes en nuestro objetivo de hacer amar al Amor.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein

miércoles, 5 de octubre de 2011

RETIRO ESPIRITUAL
(para jóvenes y adultos)
"TU PROYECTO DE VIDA CON CRISTO"

Fecha: Domingo 9 de octubre 2011
Hora: De 8:00 a 16:00 (Santa Misa a las 7:00)
Lugar: Parroquia San Esteban, Guangala-Guayaquil
Llevar: Biblia, cuaderno, pluma y lunch

martes, 4 de octubre de 2011

Comunidad familia - Viviendo en Jarcia

LA FAMILIA ECLESIAL

Nadie, en su sano juicio, se atrevería a menospreciar el valor de la familia. Es la Iglesia doméstica, la base de la sociedad y el punto de referencia para todos los seres humanos. Pero tampoco podemos negar que la familia se puede achicar o agrandar. Cuando algún miembro de la familia se va o muere todo el núcleo se debilita, de ahí que sea siempre conveniente que la familia crezca. Hacer crecer la familia es un objetivo importantísimo, pero siendo tan importante mantener la concordia y la unidad del núcleo se debe tener el máximo cuidado y saber a quién dejamos entrar en nuestras vidas.

Ya desde muy joven pude comprender que el mejor lugar para desarrollar la familia, es decir, para encontrar nuevos “familiares” es la Iglesia. Desde mi adolescencia pude experimentar lo que significa el amor cristiano, el cariño fraterno. La comunidad parroquial, cultivada y unida a Cristo, se convierte en una familia agrandada, alargada.

Sabemos, por el testimonio que nos dejaron los apóstoles en el libro de los Hechos, que los primeros cristianos se amaban como hermanos. Y que conste que no hablo de “ñañerías” sino de auténtica fraternidad. Las primeras comunidades eran como grandes familias en donde se compartía todo: el Evangelio, el pan, las alegrías y las tristezas.

Cierto que, aparte de la Sagrada Familia, no existe una familia perfecta. Somos pecadores y por ende débiles e imperfectos. Sin embargo Dios nos llama a vivir en comunidad, a ser Iglesia y a dar testimonio de fraternidad en el mundo. 

Si aún no han vivido la experiencia, los invito a acercarse a su parroquia, a integrarse en una comunidad cristiana. Si ya son parte de una de ellas métanle ganas y no se desanimen ante las dificultades, pues también las tenían las primeras comunidades. Vale la pena luchar por la familia y lo vale también cuando se trata de la familia eclesial.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos … ustedes

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Al tiempo de la cosecha sigue el de la siembra

Días atrás, en la homilía que pronunciara a los seminaristas en la catedral de Madrid, el Papa Benedicto XVI, hizo una afirmación que me llamó la atención. Afirmó que "Nadie elige el contexto, ni los destinatarios de su misión". Hoy quisiera tomar esa frase como punto de partida para ésta reflexión.

Para nuestra comunidad éstos días son días de fiesta. Nos unimos en acción de gracias a Dios para presenciar la cosecha. Nuevos hermanos que inician su camino en Jarcia y hermanos que asumen nuevos y mayores compromisos para servir mejor. Pero si es verdad que son días para recoger los frutos, no podemos olvidarnos que tras la cosecha hay que empezar una nueva siembra.

Comienza un tiempo de mucho trabajo para los coordinadores que deben proveerse de líderes que puedan guiar y formar fraternidades y zonas. Tarea difícil y comprometedora, más difícil si no se contara con la disponibilidad de los hermanos.

Y es que como misioneros tenemos que estar dispuestos a ir donde nos envíen, a fructificar donde seamos más necesarios, donde nos confíen la tarea de empezar una zona o de continuar la obra de otro que la trabajó antes que nosotros. No podemos pretender elegir el lugar (contexto) o a las personas que queremos acompañar (destinatarios). Nuestra tarea de evangelizadores estará ahí donde el Espíritu, por medio de nuestros coordinadores, nos enviará.

Creo que todos estamos especialmente convocados, sobre todo en este período, a orar con intensidad por nuestras jarcias. Que cada uno sea capaz de entregar lo mejor de sí mismo, de enviar y ser enviada para mayor gloria de Dios, para que la Iglesia crezca. Muchos jóvenes esperan conocer más de Jesús, aprender a amarlo y servirlo. ¡Lanzemos nuestras redes donde Jesucristo nos lo pida!
Siempre mar adentro.

P. César Piechestein