"SER MÁS, VALER MÁS PARA SERVIR MEJOR."

martes, 26 de julio de 2011

Lo pipona no quita lo misionera (segunda parte) - De María Alexandra Fuentes

LA MISIÓN DEBE SER GENEROSA Y SACRIFICADA.-
Tranquilas, nadie les pide hacer rafting o canyoning en su embarazo, pero si dejar la pasividad y hasta cierto punto comodidades que el mundo esquematiza para las embarazadas.

Aclaremos, el embarazo, ante todo, no es una enfermedad, por ende no tenemos que estar sólo acostadas, o caminar como si el caballo se nos ha ido, llamar a cinco ayudantes que nos asistan para levantarnos de la silla, ni agarrarnos la barriga como si esta fuese a caerse en cualquier momento, tampoco es un buen pretexto para “probar” cuanto nos quieren nuestros esposos, pidiéndoles cuanto “antojo” se nos apetece; aclaro, para mí eso de los antojos no es real, porque entonces como hacen aquellas madres que no tienen ni que comer, peor opción a escoger qué comer. Ahora bueno, cada embarazo y cada mujer es diferente, si bien es cierto habemos algunas que ni conocemos lo que son los “típicos” achaques, malestares que sí son reales (producto del cambio hormonal), también existen embarazos de alto riesgo que requieren de reposo absoluto durante todo o gran parte del embarazo. Estas observaciones aplicarían para aquellas que no tienen por qué sobredimensionar su estado.

Revisemos: cuando la Virgen estaba embarazada ¿existían los colchones ortopédicos y las esponjosas almohadas?, claro que no, ella dormía en el “mullido” piso de tierra; ¿habían cómodos automóviles y/o aviones para hacer largos o cortos viajes?, para nada, a ella le tocó viajar alrededor de 30 horas (2 o 3 días) a pie de ida y otras 30 horas de regreso, para ir donde su prima Isabel, todo esto durante el primer trimestre de su embarazo, puesto que ella “permaneció con Isabel unos tres meses…” Lc. 1, 56. Pero aclaremos, Ella no fue de visita a descansar, para nada, fue a ayudar a su prima, a servirle; sí, a barrer, limpiar, cocinar, cargar agua del pozo a la casa, etc. y para que se enteren este es el período más delicado de cualquier embarazo, como si esto no fuera poco, viajo en los últimos meses de su embarazo a empadronarse a Belén junto con José su esposo, montada en nada más y nada menos que: un burro; ellos recorrieron más o menos unos 100km. es decir viajaron alrededor de un mes; reverenda panza que debe haber tenido María.

Llegado el momento del parto todo se puso más difícil, nadie les quería dar hospedaje y es que no era mala voluntad, sino que con lo del empadronamiento todo sitio estaba a full, por ahí un alma caritativa les dio un espacio en una pesebrera (lugar donde descansan y comen los animales), allí entre pajas y el heno (como dice la canción), con animales alrededor, nació Jesús; nada comparado con las actuales clínicas, María tuvo un parto normal, sin epidural (anestesia), ni siquiera una partera, solo José asistiéndola. Que diferencia con las mujeres de ahora que evitan parir y sentir dolor, y recurren a la cesárea de manera innecesaria. Su embarazo transcurrió como el de cualquier mujer, nunca buscó preferencia por su estado (siendo Ella la madre del Hijo de Dios). Sí, ella que era “la señora, la reina”, generosamente se olvidó de sí misma, ¿por qué ahora nosotras buscamos que todo y tod@s vivan en función de nuestro embarazo?

¿Pero, y las que tienen embarazos de mucho cuidado?, tranquilas que aquí hay una carga mayor de sacrificio y generosidad, y es que tienen la gracia de poder ofrecer cada uno de sus malestares, por la salvación de los pecadores y la sanación de personas enfermas que se encuentren en peores condiciones, pero tengan siempre en cuenta que el ingrediente básico para hacer todo esto debe ser: el Amor.

¿Qué cómodo es tener una casa, carro, bienes en general y que duro a la vez es muchas veces desprenderse de ellos, verdad?. "Levantándose de noche, tomó al niño y a la madre y partió para Egipto" Mt, 2,14; imaginen a María y José huyendo, dejándolo todo, a esconderse para que no maten a Jesús, no es fácil hacer la voluntad de Dios, y es que hay que saber confiar absolutamente en Él como María lo supo hacer.

“JARCIAS” QUE FACILITAN LA MISIÓN.-
Como se los dije nunca estamos solas, primero y ante todo, Dios está con nosotros, de diferentes formas, y pone a disposición nuestra un conjunto de herramientas (jarcias) que no deben faltarnos para poder cumplir nuestra misión.

Primera herramienta: los Sacramentos, no privemos nunca a nuestros hijos de la Comunión, Dios mismo cada vez que comulguemos entrará en su ser, en su pequeño cuerpo y en su alma, este alimento espiritual los fortalecerá y protegerá más que cualquier vitamina o antojo. Segunda herramienta: la Confesión, que nuestra alma esté en paz, sólo si estamos en Gracia de Dios nuestro bebé crecerá tranquilo. Tercera herramienta: la Oración, enseñemos a nuestros hijos desde el vientre, a comunicarse con su Padre del cielo, y recordemos que María Santísima siempre estará allí para interceder por nosotras; muchas veces hablamos horas por teléfono, le contamos a medio mundo por el Facebook lo que sentimos, pero olvidamos ese diálogo amoroso con nuestro Padre Dios. Nos preocupamos de comunicarles a tod@s que traemos un hijo al mundo, pero ¿por qué no nos preparamos espiritualmente para ese momento?, ¿por qué no hacemos una novena para que nuestro alumbramiento no tenga ningún inconveniente y para que nuestro bebé nazca saludable?. Vayamos al parto confesadas y habiendo recibido la comunión, el resto dejémoslo en manos de Dios.

Hay otras herramientas (por así denominarlas) que también nos harán más fácil la labor, pero que no son de índole espiritual. Cuarta herramienta: el esposo, las que tenemos la gracia de contar con el apoyo y compañía de nuestro esposo, agradezcamos siempre a Dios por ese hombre, y pidamos para que al igual que San José hizo con María, él nos ame, apoye y cuide siempre. Qué fácil es ver los defectos de las personas, mucho más los del esposo y con qué ligereza hablamos de ellos delante de nuestros hijos y los demás. En la película “La Natividad”, María dice a Jesús en su vientre: “Hijo mío, tendrás un hombre decente y bueno que te cuidará, un hombre que dará todo por Ti antes que nadie”, digamos esto a nuestros hijos todos los días de nuestra vida, reconozcamos el excelente hombre que escogimos para ellos como padre.

Quinta herramienta: la Comunidad, que grato es saber que formamos parte de la IGLESIA, que como buena Madre nos acoge, de la cual nuestro hij@ formará parte desde el Bautismo. Ahora dentro de nuestra Iglesia hay diferentes movimientos y grupos; yo por ejemplo, pertenezco a la Comunidad Misionera Jarcia, mi familia del alma, ella ha vivido y celebrado cada uno de mis embarazos, en ella he podido desarrollar mi misión a través de los jóvenes, aquí he podido servir aun estando pipona, recuerdo que embarazada de Ma. Rosa coordine la zona de Guangala (zonales, dinámicas, vigilias, etc.), en el embarazo de Ana Verónica organicé la procesión Arquidiocesana en honor a Cristo Rey y caminamos desde la Catedral hasta el monumento al Sagrado Corazón de Jesús, con Joaquina en mi panza organicé y asistí a la última Escuela de Campamento Jarciana en Santa Lucía, y Jorge Samuel participó desde mi vientre de la organización de la última Semana Arquidiocesana de la Familia, con caminata incluida, desde el malecón hasta la Catedral. Espero que después de esta nota todos l@s que alguna vez pensaron que mis actitudes eran locas y hasta cierto punto irresponsables, entiendan que sólo he hecho lo que mi Maestra me enseñó.

Para concluir quiero recordarles que nuestr@s hij@s son una muestra del gran Amor que Dios nos tiene, pero ellos jamás dejan de ser de Dios. Agradezcamos siempre la confianza que ha tenido el Señor para con nosotr@s, amemos, protejamos, formemos, hombres y mujeres que busquen la Santidad de vida, agentes de cambio para este mundo. Consagremos a nuestr@s hij@s desde el vientre a la Santísima Virgen María, y recordemos que ningun@ de ell@s es para nosotr@s sino que al igual que Cristo: “SON PARA LA HUMANIDAD”.

Unidos en la alegría del servicio ;o)

ALITA.

jueves, 21 de julio de 2011

Lo pipona no quita lo misionera (primera parte) - De María Alexandra Fuentes

Pensé en muchos títulos para esta nota, pero luego recordé el disco de Facundo Cabral y Alberto Cortés “Lo Cortés no quita lo Cabral”. Así como el disco encierra la esencia y estilo de esos dos cantantes y compositores, así mismo el embarazo y la misión no son dos cosas antagónicas sino más bien complementarias y necesarias.

Much@s de ustedes habrán visto la película “La Natividad”, pues bueno no tenía ni un mes de nacida Ma. Rosa cuando fuimos, digo fuimos porque ella fue con nosotros al cine a ver la película, ya que la Comunidad (JARCIA) organizó un cine foro y a mí me tocó llevar el foro. Yo había leído muchas veces en el Evangelio todo sobre la anunciación, concepción, nacimiento y parte de la infancia de Jesús, pero ver a María tan Madre, tan humana, hizo que deseara con todas las fuerzas de mi alma llevar mi maternidad como ella la llevó hasta el final, siempre junto a Jesús, siempre haciendo la voluntad del Padre, siempre MISIONERA.
A continuación les mostraré lo que para mí ha sido el manual de cómo llevar mis embarazos (maternidad), espero les sirva y lo puedan poner en práctica, por cierto me lo enseñó mi Maestra: MARÍA.

DECIR SIEMPRE “SÍ” A LA MISIÓN.-
La misión que el Padre le propone a María es ser la Madre del Hijo de Dios: “concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús…” Lc. 1, 31; parece muy sencilla pero hay que tomar en cuenta la magnitud de menuda misión. Primero ella había hecho voto de virginidad y tenía que dejar de lado lo que ella quería hacer con su vida, por hacer lo que Dios le pedía. Tenía más o menos unos 14 años de edad y no estaba casada, iba a ser repudiada y lapidada (apedreada), pero le pudo más hacer la voluntad de Dios. ¿Tenía miedo?, claro que sí, pero era más grande su Fe que su temor.

Cuando Dios nos da la gran misión de ser madres, debemos primero: decir siempre SÍ, aunque con ese embarazo queden de lado nuestros sueños, pues los sueños que Dios tiene para nosotros son más grandes y mejores. Segundo: si estamos casadas “no habría mayor problema” es más generalmente es motivo de alegría para la pareja, familiares y amig@s; digo generalmente, porque en la actualidad si la pareja tiene hijos cuando recién se casan son blanco de comentarios como: ¿por qué mejor no disfrutaron juntos un buen tiempo?, hubieran viajado y disfrutado su vida de pareja y lueeego hubieran pensado en hijos. ¿Y si no es el primer bebé, sino el tercero, cuarto o quinto? Ahí si cambia el panorama, yo que se los digo, tengo 4 retoños y todos seguiditos, muchas veces ni la familia entiende tan grande bendición, pero tranquilas Dios no nos desampara, siempre es generoso y providente. Por último, ¿Qué pasa si no están casadas y peor si son menores de edad?, se pone heavy la cosa, pero tranquilas, hagan como María, díganle SIEMPRE SÍ a su misión; no están solas, no tengan miedo.
María visita a su prima Isabel

“NUESTRA” MISIÓN, LLEVAR A CRISTO AL MUNDO.-
Como bautizad@s tenemos el mandato universal: “Id pues, y hacer discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado…” Mt. 28, 19-20. En el embarazo ya no soy una sola persona, ahora somos dos, en algunos casos más (hablando físicamente), que tenemos que seguir cumpliendo este mandato. Y aquí viene la segunda lección que me dio mi Maestra: “Por aquellos días, María se levantó y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró a la casa de Zacarías y saludo a Isabel (su prima anciana y embarazada). Y cuando oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo…” Lc. 1, 39-45.

Que linda mi María, no le importó nada, y eso que llevaba en su vientre al Mesías, salió “deprisa”, traducido en mi lenguaje: agarró lo que pudo y salió soplada, donde su pariente anciana; increíble, no pensó en ella, viajaba y su embarazo iba a avanzar, su barriga iba a crecer y no le importó, acaso no era mejor esconderse en su casa para que nadie se dé cuenta que estaba embarazada. Llevó a “la vida” a “la palabra” a “la verdad” a los demás, no se hizo la loca.

¿Por qué será que pensamos que el embarazo es algo así como un salvoconducto o permiso para olvidar o dejar de lado este mandato?, ¿por qué será que pensamos primero en nosotras y nos olvidamos de la sed y necesidad que tiene el mundo de Dios y de su mensaje de salvación?.

Unidos en la alegría del servicio ;o)

ALITA.

domingo, 17 de julio de 2011

Vivir en Comunidad - Saber esperar y descubrir.

En el primer campamento en el que pude participar el tema era justamente vivir en comunidad y aprendimos muchas cosas. Una de ellas fue aprender a esperar y no se trataba de paciencia sino de calma y esperanza.

Cada “patrulla” contaba con 16 miembros. Los “comandantes” se tomaban muy en serio la tarea de generar patrullas totalmente heterogéneas, porque en la vida real ninguno pude elegir a los compañeros, a los vecinos o a la familia. No es como un equipo de futbol, donde se arma la escuadra a fuerza de selecciones rigurosas, dando la oportunidad sólo a los más aventajados y talentosos.

Sabemos que todos hemos recibido talentos de parte de Dios, talentos diferentes, talentos que no siempre sabemos descubrir a primera vista, pero que todos poseemos. Teniendo en cuenta que los “acertijos” del campamento tienen mucho que ver (al menos a simple vista) con la fuerza física, uno espera poder contar en la patrulla con gente forzuda, capaz de vencer los obstáculos rápidamente. Pero las patrullas tenían de todo como en botica.

Y es así como teníamos que descubrir con calma y esperanza, los talentos que cada miembro de la patrulla tenía y podía aportar a la labor comunitaria. Ciertamente eso no siempre facilitaba las tareas que requerían fuerza física, pero en cuanto a ingenio, reflexión y tantos otros tipos de tareas, podíamos al final aprender la lección primera: todos somos parte de la comunidad, todos tenemos algo que aportar.

El “cuarto día” tendríamos que poner en práctica esa lección. Confieso que no siempre es fácil tener que esperar a otros, pero es hermoso cuando eres esperado, cuando el hermano te ayuda a descubrir esos talentos que tu mismo no veías en ti. Vale la pena tomarse el tiempo para descubrir los talentos que cada uno ha recibido de Dios y es siempre grande ponerlos al servicio de la comunidad.
Siempre Mar Adentro.

P. César Piechestein

jueves, 14 de julio de 2011

¡Le he ganado a Cristo! - De Cristina Franco

¡Le he Ganado a Cristo!

“El amor que Cristo tiene en la Cruz es el amor concreto que nos tiene a nosotros, a cada uno de nosotros. Y este amor de Cristo a cada uno de nosotros es un amor hasta el extremo. Esta es la primera característica que podemos subrayar: el amor de Cristo es hasta el extremo”. Pablo Domínguez

Fue un parágrafo de la lectura que terminaba de leerle a una gran amiga que visité ayer en el sector en Malvinas y ahora se encontraba postrada en cama debido a una caída de las escaleras, sumándole la enfermedad de lupus que lleva desde ya meses atrás, su piel específicamente manos y piernas están llenos de llagas que por el golpe, su piel ha reaccionado causándole dolores y más cuando hay mucho calor.

Con el sacerdote de Malvinas le llevamos la comunión y luego me quedé conversando con ella, leyéndole este capítulo del libro que he empezado a leer y se llama “Hasta la cumbre” del Padre Pablo Domínguez quien con lenguaje sencillo predica el verdadero sentido de la existencia.

Meditábamos juntas esta lectura que salió al azar y una manifestación del Buen Dios fue haber escuchado lo siguiente de la boca de mi amiga: “Cristo padeció tres horas de suplicio a causa de nuestros pecados, yo llevo seis meses ofreciendo mis llagas y mi enfermedad Cristina, Le he ganado a Cristo!”

Estas palabras atravesaron mi corazón, y solo alcancé a responderle con un corazón conmovido: Ofrécelo también por mi conversión hermana.

Y qué verdad tan grande, mi pequeña amiga catequista, hablándome desde el dolor que purifica y salva, por un momento quise estar en su lugar para yo unirme también a ese momento que le estaba compartiendo su amado Jesús desde la Cruz.

Han resonado estas palabras en mi corazón que me puse a meditar cuando Jesús le dijo a sus discípulos: Ustedes harán cosas mayores de las que yo he hecho(Jn 14, 12). Y concluyo una verdad que la sabía con la inteligencia pero hoy la renuevo en mi corazón y se las comparto, una frase de San Bernardo que me gusta mucho: Poco aprovechará a un hombre seguir a Cristo sino consigue alcanzarle, aunque sé que es un absurdo para el Mundo, inclusive mi mente dice: cómo te atreves a decirlo, si el amor de Cristo a la humanidad no se compara con nada. También he considerando lo que dijo San Pablo Ya no soy yo quien vive… y a Jesús siempre les pido un corazón semejante al suyo y que me haga amarlo lo máximo que puede amarlo una criatura mortal, hoy a partir de esta experiencia quiero renovar mi sí a Cristo para llegar a decir al final de mis días: Le he ganado a Cristo!!! =)

Cristina Franco.

martes, 12 de julio de 2011

Como la primera comunidad, como los primeros cristianos - De la Carta a Diogneto

LOS CRISTIANOS EN EL MUNDO

Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseñanza basada en autoridad de hombres.

Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble. Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en común, pero no el lecho.

Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo. Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida. Los judíos los combaten como a extraños y los gentiles los persiguen, y, sin embargo, los mismos que los aborrecen no saben explicar el motivo de su enemistad.

Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo. El alma, en efecto, se halla esparcida por todos los miembros del cuerpo; así también los cristianos se encuentran dispersos por todas las ciudades del mundo. El alma habita en el cuerpo, pero no procede del cuerpo; los cristianos viven en el mundo, pero no son del mundo. El alma invisible está encerrada en la cárcel del cuerpo visible; los cristianos viven visiblemente en el mundo, pero su religión es invisible. La carne aborrece y combate al alma, sin haber recibido de ella agravio alguno, sólo porque le impide disfrutar de los placeres; también el mundo aborrece a los cristianos, sin haber recibido agravio de ellos, porque se oponen a sus placeres.

El alma ama al cuerpo y a sus miembros, a pesar de que éste la aborrece; también los cristianos aman a los que los odian. El alma está encerrada en el cuerpo, pero es ella la que mantiene unido el cuerpo; también los cristianos se hallan retenidos en el mundo como en una cárcel, pero ellos son los que mantienen la trabazón del mundo. El alma inmortal habita en una tienda mortal; también los cristianos viven como peregrinos en moradas corruptibles mientras esperan la incorrupción celestial. El alma se perfecciona con la mortificación en el comer y beber; también los cristianos, constantemente mortificados, se multiplican más y más. Tan importante es el puesto que Dios les ha asignado, del que no les es lícito desertar.

viernes, 1 de julio de 2011

Vivir en comunidad - Edificar la Iglesia

Si uno no se plantea objetivos es difícil tener claro hacia donde se camina. Cuando uno es parte de una organización lo lógico es compartir el objetivo que ésta tiene. Somos parte de la Iglesia y el objetivo de la misma es la salvación de las almas. Un cristiano coherente y consciente sabrá entonces cuál es el objetivo de su pertenencia a la Iglesia: alcanzar su propia salvación y ayudar a que los demás también la alcancen.

Esto que parecería tan sencillo y que deberíamos tenerlo todos claro, no ha sido asimilado por muchos todavía. Y es que se ve a la Iglesia como una institución de la que uno hace parte para servirse de ella. Esperamos que nos ayude espiritual y hasta materialmente, y pocas veces nos preguntamos cuáles son nuestros deberes para con ella.

Dentro de los “Lineamientos de Espiritualidad” de nuestra comunidad se nos recuerda que hemos de buscar la santidad de vida personal y comunitaria. Sería un gran error olvidar o menospreciar este deber, como sería también un error no comprenderlo en toda su extensión.

Ser misionero “ad intra” (en su propio lugar) nos exige asumir plenamente la tarea de edificar la Iglesia. Siendo cada uno de nosotros parte de la Iglesia, del cuerpo místico de Cristo, hemos de comenzar luchando por nuestra santidad, por ser cada día mejores discípulos de Cristo. En esa búsqueda no podemos caminar solos, necesitamos de los hermanos en la fe, así como ellos necesitan de nosotros. Por eso la santidad de vida tiene las dos dimensiones: personal y comunitaria.

Quizás alguno pueda mal interpretar la afirmación pensando que cuando se dice “comunitaria” se hace referencia sólo a Jarcia, olvidando que la comunidad de los creyentes es toda la Iglesia. Quien tenga en cuenta la dimensión misionera de nuestra espiritualidad no caería nunca en ese mal entendido.

Cada cristiano, desde su propia espiritualidad y contando con los carismas que ha recibido de Cristo ha de esforzarse para que la Iglesia cumpla con su objetivo de salvar las almas, todas las almas, porque Cristo se sacrificó por todos los hombres. Procuremos ser redes en las manos del Gran Pescador, sin perder la pertenencia a Jarcia ni el espíritu de Iglesia.
Mar adentro.

P. César Piechestein

Un ejemplo digno de imitar !!!