"SER MÁS, VALER MÁS PARA SERVIR MEJOR."

viernes, 1 de julio de 2011

Vivir en comunidad - Edificar la Iglesia

Si uno no se plantea objetivos es difícil tener claro hacia donde se camina. Cuando uno es parte de una organización lo lógico es compartir el objetivo que ésta tiene. Somos parte de la Iglesia y el objetivo de la misma es la salvación de las almas. Un cristiano coherente y consciente sabrá entonces cuál es el objetivo de su pertenencia a la Iglesia: alcanzar su propia salvación y ayudar a que los demás también la alcancen.

Esto que parecería tan sencillo y que deberíamos tenerlo todos claro, no ha sido asimilado por muchos todavía. Y es que se ve a la Iglesia como una institución de la que uno hace parte para servirse de ella. Esperamos que nos ayude espiritual y hasta materialmente, y pocas veces nos preguntamos cuáles son nuestros deberes para con ella.

Dentro de los “Lineamientos de Espiritualidad” de nuestra comunidad se nos recuerda que hemos de buscar la santidad de vida personal y comunitaria. Sería un gran error olvidar o menospreciar este deber, como sería también un error no comprenderlo en toda su extensión.

Ser misionero “ad intra” (en su propio lugar) nos exige asumir plenamente la tarea de edificar la Iglesia. Siendo cada uno de nosotros parte de la Iglesia, del cuerpo místico de Cristo, hemos de comenzar luchando por nuestra santidad, por ser cada día mejores discípulos de Cristo. En esa búsqueda no podemos caminar solos, necesitamos de los hermanos en la fe, así como ellos necesitan de nosotros. Por eso la santidad de vida tiene las dos dimensiones: personal y comunitaria.

Quizás alguno pueda mal interpretar la afirmación pensando que cuando se dice “comunitaria” se hace referencia sólo a Jarcia, olvidando que la comunidad de los creyentes es toda la Iglesia. Quien tenga en cuenta la dimensión misionera de nuestra espiritualidad no caería nunca en ese mal entendido.

Cada cristiano, desde su propia espiritualidad y contando con los carismas que ha recibido de Cristo ha de esforzarse para que la Iglesia cumpla con su objetivo de salvar las almas, todas las almas, porque Cristo se sacrificó por todos los hombres. Procuremos ser redes en las manos del Gran Pescador, sin perder la pertenencia a Jarcia ni el espíritu de Iglesia.
Mar adentro.

P. César Piechestein

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