"SER MÁS, VALER MÁS PARA SERVIR MEJOR."

jueves, 21 de julio de 2011

Lo pipona no quita lo misionera (primera parte) - De María Alexandra Fuentes

Pensé en muchos títulos para esta nota, pero luego recordé el disco de Facundo Cabral y Alberto Cortés “Lo Cortés no quita lo Cabral”. Así como el disco encierra la esencia y estilo de esos dos cantantes y compositores, así mismo el embarazo y la misión no son dos cosas antagónicas sino más bien complementarias y necesarias.

Much@s de ustedes habrán visto la película “La Natividad”, pues bueno no tenía ni un mes de nacida Ma. Rosa cuando fuimos, digo fuimos porque ella fue con nosotros al cine a ver la película, ya que la Comunidad (JARCIA) organizó un cine foro y a mí me tocó llevar el foro. Yo había leído muchas veces en el Evangelio todo sobre la anunciación, concepción, nacimiento y parte de la infancia de Jesús, pero ver a María tan Madre, tan humana, hizo que deseara con todas las fuerzas de mi alma llevar mi maternidad como ella la llevó hasta el final, siempre junto a Jesús, siempre haciendo la voluntad del Padre, siempre MISIONERA.
A continuación les mostraré lo que para mí ha sido el manual de cómo llevar mis embarazos (maternidad), espero les sirva y lo puedan poner en práctica, por cierto me lo enseñó mi Maestra: MARÍA.

DECIR SIEMPRE “SÍ” A LA MISIÓN.-
La misión que el Padre le propone a María es ser la Madre del Hijo de Dios: “concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús…” Lc. 1, 31; parece muy sencilla pero hay que tomar en cuenta la magnitud de menuda misión. Primero ella había hecho voto de virginidad y tenía que dejar de lado lo que ella quería hacer con su vida, por hacer lo que Dios le pedía. Tenía más o menos unos 14 años de edad y no estaba casada, iba a ser repudiada y lapidada (apedreada), pero le pudo más hacer la voluntad de Dios. ¿Tenía miedo?, claro que sí, pero era más grande su Fe que su temor.

Cuando Dios nos da la gran misión de ser madres, debemos primero: decir siempre SÍ, aunque con ese embarazo queden de lado nuestros sueños, pues los sueños que Dios tiene para nosotros son más grandes y mejores. Segundo: si estamos casadas “no habría mayor problema” es más generalmente es motivo de alegría para la pareja, familiares y amig@s; digo generalmente, porque en la actualidad si la pareja tiene hijos cuando recién se casan son blanco de comentarios como: ¿por qué mejor no disfrutaron juntos un buen tiempo?, hubieran viajado y disfrutado su vida de pareja y lueeego hubieran pensado en hijos. ¿Y si no es el primer bebé, sino el tercero, cuarto o quinto? Ahí si cambia el panorama, yo que se los digo, tengo 4 retoños y todos seguiditos, muchas veces ni la familia entiende tan grande bendición, pero tranquilas Dios no nos desampara, siempre es generoso y providente. Por último, ¿Qué pasa si no están casadas y peor si son menores de edad?, se pone heavy la cosa, pero tranquilas, hagan como María, díganle SIEMPRE SÍ a su misión; no están solas, no tengan miedo.
María visita a su prima Isabel

“NUESTRA” MISIÓN, LLEVAR A CRISTO AL MUNDO.-
Como bautizad@s tenemos el mandato universal: “Id pues, y hacer discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado…” Mt. 28, 19-20. En el embarazo ya no soy una sola persona, ahora somos dos, en algunos casos más (hablando físicamente), que tenemos que seguir cumpliendo este mandato. Y aquí viene la segunda lección que me dio mi Maestra: “Por aquellos días, María se levantó y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró a la casa de Zacarías y saludo a Isabel (su prima anciana y embarazada). Y cuando oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo…” Lc. 1, 39-45.

Que linda mi María, no le importó nada, y eso que llevaba en su vientre al Mesías, salió “deprisa”, traducido en mi lenguaje: agarró lo que pudo y salió soplada, donde su pariente anciana; increíble, no pensó en ella, viajaba y su embarazo iba a avanzar, su barriga iba a crecer y no le importó, acaso no era mejor esconderse en su casa para que nadie se dé cuenta que estaba embarazada. Llevó a “la vida” a “la palabra” a “la verdad” a los demás, no se hizo la loca.

¿Por qué será que pensamos que el embarazo es algo así como un salvoconducto o permiso para olvidar o dejar de lado este mandato?, ¿por qué será que pensamos primero en nosotras y nos olvidamos de la sed y necesidad que tiene el mundo de Dios y de su mensaje de salvación?.

Unidos en la alegría del servicio ;o)

ALITA.

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