"SER MÁS, VALER MÁS PARA SERVIR MEJOR."

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Todos los días debería ser Navidad - Cristina Franco

“Todos los días debería ser Navidad”
« Estén siempre alegres en el Señor; se los repito: estén alegres.” Filipenses 4,4

En vísperas de Navidad, algunos de mis hermanos en fraternidad y amigos nos hemos comprometido a vivir cada día de adviento cómo si fuera el último adviento de nuestra vida, cómo si hoy al final de la tarde tuviéramos que rendir cuentas a Dios, esto realmente resulta sorprendente pues nos hace poner en tensión el amor a Dios y a nuestros hermanos. En esta alegre espera no puedo pasar por alto que me tropiezo con la misma disyuntiva de todos los años: “El Mundo y su insaciable programa de presentar alternativas de felicidad”. Me encuentro a menudo con personas angustiadas porque no les pagan un salario justo, otras que son despedidas intempestivamente, otras que corren en los centros comerciales viendo qué le puede gustar a su amigo secreto, la imagen del señor de barba blanca y traje rojo como el rey de la Navidad, las fiestas de los trabajos y agasajos navideños al cuál no asistir representaría una desaprobación grupal, en fin, todos en agitación, por otro lado, hay muchos que añoran aquello que perdieron y en definitiva el mundo no puede satisfacerlo. También debo mencionar que es la época de mayor índice de depresión y suicidios. 

Sin embargo ante este panorama no todo está perdido. Ante esta crisis mundial de tristeza qué muchos ocultan, resuenan en los corazones de todos los hombres y mujeres de buena voluntad el mandato que se repite de forma imperativa: ¡Estén siempre alegres en el Señor!

Esta, también es una época en dónde pareciera que el corazón se nos ensancha, nos volvemos como niños, más tiernos, más compasivos, deseamos volver a casa, buscamos reconciliarnos con Jesús y con aquellos a quienes hemos ofendido o nos han ofendido, tratamos de ayudar en todo lo que se pueda a nuestros hermanos los más necesitados, y ¡éste el punto que nos hace ganar el juicio, previo a la sentencia de amargura que nos firma el Consumismo! Es que nuestro corazón está necesitado de ese amor que colma y da plenitud a la existencia. ¡Ese amor que lo renueva todo, y qué hace que los hombres y ángeles glorifiquen a Dios y la paz sea derramada a los hombres y mujeres que ama el Señor!

Y es qué no podemos dejarnos vender por la publicidad abusiva y engañosa que lo único que nos da a cambio son migajas de falsa felicidad, ¿cuánto cuesta un ipod?, ¿un celular?, ¿un regalo para el amigo secreto? Pues nada de eso se compara con el amor infinito que proviene del anonadamiento de Dios, que amando a todos sin excepción mandó a su único Hijo, Jesús, para devolvernos la vida eterna. Si profundizáramos en este misterio de la Kénosis o vaciamiento de Dios, estaríamos más pendientes del proceso de nuestra conversión total y ¡todos los días en nuestra vida serían Navidad!

Tan sólo haz la prueba, y en lugar de llenar tu árbol de regalos en esta Navidad, pásala como si fuera la última navidad de tu vida, a tu esposa regálale fidelidad, a tu esposo regálale paciencia, al pobre dale todos los días de tu vida, a tu amigo, aquel a quién nunca ves, regálale tu oración, a tus padres regálales obediencia, a tus vecinos regálales tu sonrisa, y a Jesús de una vez por todas, dale toda tu vida!

Cristina Franco Cortázar

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