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miércoles, 20 de junio de 2012

Fundamentos jarcianos - Kerigma desde la raíz


Mientras más joven es un árbol, más cerca está de sus raíces. A medida que crece y se hace frondoso, sus ramas pueden alcanzar alturas que al principio no se podía imaginar, pero no debe nunca olvidarse que ese crecimiento no habría sido posible sin unas buenas raíces.
Cuando de nuestras raíces se trata, no podemos olvidar que el kerigma ha estado siempre a la base, ha sido un fundamento en nuestro camino comunitario. Yo tengo vívidos recuerdos de aquel kerigma recibido en Ballenita, allá por el 92. Recuerdo aquella casa, las dinámicas, la oración y el encuentro con ese amor de Dios que nunca antes me había parecido tan patente.
Hoy que la Iglesia nos llama, con más insistencia que nunca, a reforzar nuestro empeño en la Nueva Evangelización, de seguro nos toca desempolvar nuestro librito de kerigma y ponernos a proclamarlo, a tiempo y a destiempo. A eso nos ha llamado el Papa:
«La preocupación de evangelizar nunca debe quedar al margen de la actividad eclesial y de la vida personal del cristiano, sino que ha de caracterizarla de manera destacada, consciente de ser destinatario y, al mismo tiempo, misionero del Evangelio. El punto central del anuncio sigue siendo el mismo: el Kerigma de Cristo muerto y resucitado para la salvación del mundo, el Kerigma del amor de Dios, absoluto y total para cada hombre y para cada mujer, que culmina en el envío del Hijo eterno y unigénito, el Señor Jesús, quien no rehusó compartir la pobreza de nuestra naturaleza humana, amándola y rescatándola del pecado y de la muerte mediante el ofrecimiento de sí mismo en la cruz». (Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Jornada Misionera Mundial 2012)
Es cierto que los frutos cuelgan de las ramas, pero son siempre nutridos por las raíces, que son a su vez el sostén de todo el árbol. Jarcia tendrá abundantes frutos en la medida en que mantenga y renueve sus raíces, avivando el fuego del primer amor. Un amor que es mucho más que un entusiasmo o una ilusión juvenil, un amor que se ha traducido en un estilo de vida, un compromiso con Jesús joven que se anuncia a los jóvenes a través del testimonio de una fe viva y encarnada.
Siempre mar adentro.

P. César Piechestein

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