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sábado, 2 de junio de 2012

Vocación o profesión: ordenar prioridades - Eliana de Zambrano


UNA TENTACIÓN DISFRAZADA DE OPORTUNIDAD
Una joven profesional que labora en campo de la Educación, ámbito con muchos cambios en nuestro país actualmente, a inicios de este año recibió la propuesta de estar en un grupo escogido para estudiar un doctorado con el 80% de los gastos pagados.   El pertenecer a este grupo era muy importante por la estabilidad laboral que desprendía aceptar estos estudios y las proyecciones de carrera profesional que se presentarían al contar con un grado mayor de estudios.
Esta joven hace siete años eligió la vocación del matrimonio y es esposa y madre de dos hermosas niñas de 2 y 4 años.
Recibida la propuesta, dejo de tener paz interior porque a veces pensaba que ésta era una “oportunidad” como todas las que ha recibido gracias a Dios durante su vida.  El pensar que era una oportunidad le hacía cuestionarse ¿Qué es lo que Dios quería de ella? ¿Qué planes tienes Señor?  Sin embargo, seguían sus dudas porque aceptar el reto de estudiar un doctorado en otro país, implicaba viajar una semana al mes y a veces dos semanas fuera de la ciudad, alejándose de su familia y sacrificar tiempo de su esposo y de sus hijas, por el tiempo que necesitaría para estudiar y cumplir con todos los requisitos para aprobar cada una de las materias del doctorado.
Cuando se presentó la oportunidad de estudiar una maestría estaba embarazada y aceptó este reto.  Esto hizo que sacrifique tiempo de su familia y no quería volverlo a hacer.  En oración preguntaba a Dios, ¿qué quieres que haga Señor? ¿Qué planes tienes? ¿Acaso por medio de la educación quieres que lleve tu mensaje? Pero no recibía respuestas concretas… era como si Dios, por su voluntad permisiva, le decía “tú tienes que elegir, tu eres libre para tomar una decisión”.
Pasaban los días hasta que en una reunión sin pensarlo dio las gracias por la oportunidad de estos estudios, y que su impedimento era la falta del financiamiento del valor que faltaba, y al decir esto, le ofrecieron las mayores facilidades para cubrir esos valores.  Sin embargo, al llegar la noche, así como Pedro negó a Jesús tres veces, se sintió muy mal, había perdido completamente la paz interior.
En medio de la tristeza y llanto se quedó dormida con un mensaje incompleto, despertó temprano por la mañana y termino de escribir una solicitud de consejo, un consejo espiritual. Inmediatamente recibió la respuesta:
“Si me preguntas ¿qué haría yo? la respuesta es simple: no aceptaría.
Lo más importante es la vocación, aunque eso no significa que la profesión no lo sea.   Creo que tenemos siempre que poner en orden nuestras prioridades y eso nos basta para decidir.  Si estás consciente que esos estudios te van a complicar la educación de tus hijas y el tiempo para estar con tu esposo, no creo que los debas tomar.  Es bueno tener el trabajo asegurado por 10 años, pero es mejor asegurar el amor para tu familia.  Dios es providente, de Él es que dependes y no de tu jefe, ni de la universidad. Si fuera una buena decisión estarías tranquila y no es así.  Quizás si lo pusieras en oración, ojalá unas dos horitas delante del Sagrario, verías las cosas con más claridad.  Un abrazo, te quiero y admiro mucho”.
Aquellas palabras, que le hacía recordar la prioridad de su vocación y sobre todo una frase “si fuera algo bueno no te sentirías ni estarías mal”.   Gracias a Dios, durante catorce años lo ha tenido cerca en la Sagrario, en el lugar que ha laborado ahí ha estado, y efectivamente, nuevamente frente al Santísimo, en oración, le pidió al Espíritu Santo los dones para que le den la fortaleza que necesitaba para enfrentar esta situación.  Aquel mismo día, le dijo a su superior que no iba a tomar el doctorado, y ¡recobró la paz en su vida! Gracias Dios por permitirnos contar con amigos y mensajeros tuyos.
Es así como la joven, por medio de la oración y consejo espiritual, discernió y decidió no sacrificar el tiempo de su familia.  Rechazar  aquella tentación o situación de la vida diaria disfrazada de oportunidad, por la vocación que eligió para llegar a la meta de todos los cristianos, la santidad.
Con afecto, por Jesús y para Jesús,
Eliana

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