"SER MÁS, VALER MÁS PARA SERVIR MEJOR."

domingo, 30 de octubre de 2011

Testimonio: Jesùs me tumbò del caballo de mi vanidad.

El último día de agosto de 1.975, en un pintoresco pueblito de Manabí; nació un niño en un hogar lleno de amor, aunque con muy pocos recursos económicos. Era el sexto de siete hijos de la familia. Cuando tenía solamente meses de nacido "saludó muy de cerca la muerte" y su madre sin saber lo que hacía lo consagró al SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS… sin saber lo que hacía, pues pese a ser católica por herencia no asistía a misa todos los domingos, mucho menos tendría el conocimiento de lo que significaba consagrar a su hijo a DIOS, sin embargo, ella es una mujer llena de valores y principios morales que recibió un mensaje del Espíritu Santo para hacerlo.

Este niño creció alegre, lleno de amor y apasionado por la vida, con las continuas llamadas de atención por sus diarias travesuras. Al crecer, ese carácter indomable y las cosas del mundo, deslumbraron a este joven que empezó a caminar por un camino lejos de Dios. Cada día se aferraba a sus metas económicas y profesionales, al otro dios como menciona San Mateo en su capítulo 6, versículo 24. Superó muchas dificultades y esto agrandó su ego y vanidad. Empezó a triunfar en las metas materiales que se había trazado y sin darse cuenta fue cambiando al punto que su arrogancia no le permitía ver la mano de DIOS en su vida.

En septiembre de 1.999, tuvo una gran pérdida humana, su hermano estaría junto a Dios de una forma inesperada, esto marcó su vida. JESÚS lo tumbó del caballo de la vanidad en que el cabalgaba, y al caerse se dio cuenta que estaba ciego, pues no podía ver las cosas realmente importantes de la vida, empezó a buscar algo que llene el vacío que sentía dentro de él.

La tarde del domingo 12 de diciembre de 1.999 empezó a asistir al Santuario nuestra señora de la Alborada; previo a esta reunión en la mañana del mismo día, se había acercado a preguntar sobre los grupos juveniles, fue acogido, integrado. Posteriormente, en febrero del año 2.000, asistió por primera vez a un campamento de la Comunidad Misionera JARCIA, y fue aquí donde se encontró con Dios por primera vez y recobró la vista. Habían pasado casi 25 años desde que ese niño consagrado, ahora ya un hombre, vuelva a ver a DIOS y reencontrase con su PADRE CELESTIAL. Desde ese día él abrazo la FE de Cristo y decidió seguir a DIOS pese a que tenía que luchar contra todos los malos hábitos aprendidos en su vida mundana. Esta COMUNIDAD DE JOVENES MISIONEROS lo recibió, lo acogió y le dio el apoyo que él necesitaba para caminar por un nuevo camino, eso significó un verdadero cambio para él y la oportunidad de una nueva vida. Esos chicos fueron instrumentos para cada día ir conociendo un poco más de Dios y acercarse a Él. Así empezó a seguir a Jesús…

Este nuevo miembro de JARCIA no sabía lo que pasaría en su vida, más aún cuando todos sus compañeros de fraternidad asumían nuevos compromisos y él no se sentía listo. Hubieron ocasiones en que pensó que él nunca podría asumir a postulante y menos aún soñar con una consagración, por todo lo que había ofendido a Dios con su antigua vida. Poco a poco DIOS empezaría a sacar dentro de él ese hijo que había creado para hacer su voluntad.

El año 2.005 fue un gran año espiritual para él, recibió cuatro Sacramentos de la Iglesia: Reconciliación, Comunión, Confirmación y Matrimonio. Había vivido ya un proceso de discernimiento vocacional y estaba seguro que su vocación no era el sacerdocio sino la vida matrimonial. A partir de este año, empezó una nueva etapa en su vida espiritual la más feliz hasta esa fecha, pues la mujer que Dios le daba como esposa ha sido desde pequeña un ser muy espiritual, ella lo ayudó a crecer y entender sus dudas de fe, que eran muy frecuentes pese a todo lo que DIOS le había regalado. En el año 2.007 fue papá por primera vez y esta experiencia maravillosa lo hizo entender un poco mejor como es el amor incondicional de DIOS PADRE (claro manteniendo las distancia, pues ÉL es ÉL, y aunque estamos llamados a seguirlo somos muy frágiles ante su poder, grandeza y capacidad de amar....pues DIOS es AMOR).

Dios siguió colmando su vida de bendiciones y en el año 2.009 otra vez le regaló la felicidad de ser papá. Es maravilloso ver corriendo, riendo y saltando un ser tan pequeño, dulce y a veces incontrolable, que sabemos que son carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre, sólo DIOS con su PODER puede ser capaz de convertir a seres imperfectos como nosotros en procreadores de vida.

Hoy este personaje disfruta la vida, especialmente por los logros espirituales más recientes. En agosto del 2.010 se consagró a CRISTO a través de su amada Comunidad JARCIA que es un paso importante hacia la santidad. Lo más maravilloso es ver a sus pequeñas de rodillas junto a él, haciendo oración luego de la Eucaristía, y escucharlas darle gracias a nuestro Padre Celestial por tanto amor en nuestras vidas, finalmente se levantan y despiden de Jesús Eucaristía lanzándole besos a “Diosito” (pues así le dicen con esa inocencia y amor que solo los niños pueden dar).

Una UTOPÍA para el año 2.012; este miembro consagrado de JARCIA sueña que en mayo del próximo año, al menos 10 parejas Jarcianas estemos en el VII ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS EN MILÁN, quizás sea una meta muy difícil de alcanzar pero no es imposible pues como decía su primer coordinador de Pre-jarcia “JESÚS Y YO MAYORÍA APLASTANTE”….”SI CRISTO ESTÁ CON NOSOTROS… ¿QUIÉN EN CONTRA?”, no sé como termine este sueño, pero “con trabajo y mucha oración todo es posible”.

Esta historia continuará…

Wilde Zambrano

miércoles, 26 de octubre de 2011

Memorias de una Ñañita II - Cuentos

-Cuéntame niñito de dónde vienes y por qué cansado estás?

-Tengo mucha sed, y quiero descansar,

-Siéntate niñito en este jardín mientras agua te doy y me cuentas a dónde vas.

-Yo vengo de un lugar que tú conocerás, dónde no hay maldad y todos aman sin igual. Entonamos canciones, contamos estrellas, jugamos sin parar, no hay noche ni soledad, todo es alegría una felicidad completa.

-De qué hablas niñito, ¿acaso el Sol te hizo mal?, que sueñas con lo que nos espera en la Gloria Celestial.

-Sí, quisiera contarte más, de ángeles que verás pasar, grandes y pequeños con una belleza sobrenatural.

-Si no estás deprisa niñito puedes contarme más, y explicarme ¿por qué dejaste ese lugar tan especial?

-Vine a recordarte que te espero allá, que me alegra que estaremos compartiendo la plena alegría de amar, que no desfallezcas acá, que tu nostalgia desaparecerá y tus lágrimas se convierten allá en una dulce melodía ante el Padre Celestial.

-Antes de continuar recordando a los demás lo que les espera en la recta final, dime tu nombre, niña bonita, dime cómo te llaman tus amigos.

-Yo soy Teresita del Niño Jesús

-Y tú ¿quién eres niñito? Dímelo antes de que partas ya!

-Yo soy Jesús de Teresita.


Cristina Franco Cortázar

lunes, 24 de octubre de 2011

Los 10 años de la Comunidad de Milagro

Queridos Hermanos:

Parece que fue ayer cuando Monseñor Juan Larrea, que Dios lo tenga en su gloria, me decía que había decidido nombrarme párroco en Milagro. Yo no tenía casi ni idea de la ciudad, porque apenas si conocía la zona por la que hay que cruzar para tomar la vía a Naranjito ( pa’ comer fritada). Y sin embargo estaba convencido de que era la voluntad de Dios, manifestada a través del obispo, lo que me llevaba hacia aquel lugar.

Cierto que me hacía mucha ilusión pensando en cómo sería, porque dicen que para un sacerdote la primera parroquia es como el primer amor. Me iba construyendo la parroquia de mis sueños con mucha gente contenta, muchas comuniones, muchos grupos trabajando en concordia, etc, etc. Pero esa era la meta, no es que yo pensaba encontrarlo todo ya hecho.

Es verdad que el panorama inicial no fue tan consolador. Había mucho por hacer, pero es verdad también que encontré una comunidad dispuesta a todo y con muchas ganas de trabajar. Hombres y mujeres que me recibieron con alegría y que enseguida se pusieron a las órdenes. Sólo había algo que me preocupaba y es que entre tantas personas los jóvenes prácticamente estaban ausentes. Se los podía contar con los dedos de una mano y te sobraban. Así que no era posible quedarse de brazos cruzados ante semejante debilidad de la parroquia.

Ni corto ni perezoso hice una invitación a los pocos jóvenes que vinieron a Misa el domingo. No recuerdo bien, pero me parece que asistieron cinco, entre ellos recuerdo a Paulino Aguayo, el vecino de la casa parroquial. Ellos se mostraron interesados en la propuesta de iniciar Jarcia en la parroquia y ese fue el principio de la aventura.

Había que tener en cuenta que mi situación ya no era la misma. Como párroco no podía dedicarme en especial a ningún grupo o movimiento puesto que eso podría haber causado división. Así que el siguiente paso fue hablar con los provinciales en Guayaquil y pedirles la ayuda necesaria. Y fue así que llegó a éstas tierras milagreñas Javier Ochoa, quien en aquel tiempo era postulante, para coordinar Cristo del Consuelo. Lo siguieron un poco más tarde Ginger Villalá, David Brunis y Marcos Mendoza. Ellos fueron los gestores de las tres primeras zonas de Milagro, que más tarde se convertiría en provincia.

Desde aquel entonces han pasado ya 10 años. Mucha juventud milagreña ha recibido y también ha aportado en la comunidad. Algunos ya no son parte de ella, pero los recordamos con cariño y conservamos su amistad, sin perder la esperanza de que algún día regresen. Otras zonas se han fundado y nos han permitido ser más misioneros. Algunos de nuestros hermanos ya hecho su opción vocacional. La comunidad sigue madurando, sirviendo y produciendo frutos.

Hoy me pregunto cómo será Jarcia Milagro dentro de 10 años y la verdad es que no me lo imagino, pero me atrevo a decir que será más y valdrá más, porque nunca se ha cansado de servir y ha procurado hacerlo cada vez mejor.

Le doy las gracias a Dios por haberme permitido ser parte de vuestra historia y les agradezco también a ustedes por el afecto que siempre me han brindado. Saben que siempre pueden contar conmigo para lo que sea menester (por ahora sólo con mis oraciones hasta que regrese de Roma).

Siempre Mar Adentro y hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos … ustedes

lunes, 17 de octubre de 2011

Memorias de una Ñañita I - Creer y aceptar

Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” Jn 11, 40
Definitivamente, la persona de Jesús que habitó en la Tierra es algo que no se puede discutir con la historia, es un hecho real y punto, no solamente la Sagrada Escritura lo contempla sino que datos históricos, recopilaciones bibliográficas, sucesos en el mundo y en la época del imperio romano confirman, sin lugar a dudas, la intervención de una persona de condición divina que restablece el orden de las cosas.

Ahora, qué difícil es hacer entender la divinidad de Cristo a quien ha bloqueado su razonamiento a un acontecimiento real, tangible, o bien, lo encuadra en un marco general, colocando a Jesús como un personaje histórico, un revolucionario idealista, dejandolo al mismo margen de nivel que otros como Justiniano, Martin Luther King, Mahatma Gandhi, Madre Teresa de Calcuta, etc.

Sin embargo, aceptar su existencia es un paso, pero no el definitivo, pues se corre el riesgo de que la admiración a un personaje se quede en la mera contemplación de las ideas, sin profundizar en el mensaje y en la repercusión que causa en la existencia de seres y cosas, y más en la propia vida. Esta es la misma admiración de la que habla el Evangelio, la que Herodes tenía al profeta Juan el Bautista y ya conocemos el desenlace.

Así mismo lo recuerda, Benedicto XVI en su encíclica, “Deus caritas est”, no se comienza a ser cristiano con la aceptación de una teoría o explicación de un acontecimiento, esto no ayuda , ya que es el encuentro con Cristo el que marca el momento crucial, con la realidad, “es al que hemos visto y oído y damos testimonio de ello”.

Este hecho natural propio de la profundización del ser, cambia el sentido a la historia, y es que es tan complejo y a la vez tan sencillo entenderlo que uno ya no vuelve a ser el mismo. Complejo porque la historia de cada ser humano es distinta y no se repite, se repite el efecto transformador y la dimensión universal en el alma, pues ha sido la aceptación del amor impregnado en el ser, y sencillo a su vez porque la majestuosidad de Dios se revela a los que la aceptan. La verdad, una vez hallada ya no acepta más cuestionamientos.

Y es que ya no podemos ser los mismos, toda la historia del ser en adelante, se ordena ahora en una perfecta armonía cuyo fin ya está completamente definido. Se camina, se progresa, se descansa, se trabaja, se proyecta el ser únicamente en ese objetivo, esa finalidad que anhelamos, que no es fácil, pues vivimos en la carne y no según la carne como antes. 

¿Cuál es esta finalidad? Una estrella fija, un ideal que alcanzar, un ideal que llevado a lo concreto es la Verdad, existe, se desarrolla y se anhela algo que las realidades contemporáneas y creaturas no alcanzan a llenar. Es la persona de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre que acompaña, que purifica, que propone y hace abrazar la virtud, ya que camina junto al ser en todos los episodios de su vida y es entonces que acontecen los milagros, pues el ser humano participa de las maravillas que se viven en la realidad celestial.

Reconociendo a Dios Padre que no es un dios abstracto que lo fabrica la mente del hombre, es un Dios amigo que crea y recrea, solamente así se explica que ama tanto al ser que ha creado que lo busca constantemente. Se acepta la verdad que es Jesús, que reconcilia a la humanidad con su Creador dando su vida por amor, ya que la muerte de cruz es el desenlace de los que aceptan este amor hasta el extremo. Y cuál amor más grande que el que nace de este vínculo entre Padre e Hijo, aquel que hace posible lo que ni la ciencia, ni la razón, ni la filosofía terminan de explicar, que atraviesa barreras de tiempo y medida, un Espíritu Santo que renueva y da vida, ¡esto es magnífico!

Esta dulce verdad, que eleva al alma y la alegra para siempre, ¿por qué le cuesta tanto al ser aceptarla?

Cristina Franco

martes, 11 de octubre de 2011

Quien insiste lo consigue - Vivir en Comunidad

Creo que a todos nos es familiar la insistencia de nuestra madre. Basta recordar cuántas veces nos dijeron que nos tomásemos la sopa, que nos atáramos bien los cordones de los zapatos o que no dejáramos los deberes para último momento. Y al final (aún con la resistencia inicial), terminábamos obedeciendo más por que no nos siguieran repitiendo el estribillo, que por auténtica docilidad. Y es que la insistencia tiene el poder de la gota de agua en la roca. Una gotita no hace ninguna diferencia, pero la constancia y el tiempo labran un surco hasta en la superficie más dura.

Creo que ninguno duda del amor que su madre le profesa y esa insistencia es una de las manifestaciones más palpables de ese amor. Y es que la insistencia manifiesta paciencia, esperanza y sobre todo preocupación constante por el bien ajeno. Quien te ama no se cansará de repetir, de insistir, tantas veces cuántas sean necesarias, el mismo canto con tal de lograr su objetivo: tu bien.

Qué podríamos decir entonces de quien busca para ti el bien supremo, es decir que conozcas a Dios y que alcances la vida eterna? Decía San Pablo que hay que evangelizar a tiempo y a destiempo, lo que quiere decir siempre. Y es el amor a Dios y al prójimo lo que nos impulsa. No podemos, pues nos debería ser imposible, dejar de insistir.

Cierto es que muchas veces no nos querrán escuchar. Quizás alguna vez hasta nos traten mal. Lo mismo les sucede a las madres y aún sabiendo que tantas veces sus palabras pueden caer en saco roto, no por eso dejan de decirlas, no por eso dejan de cumplir con su deber, con lo que el amor les exige.

Insistamos, seamos constantes, dejémonos mover por el amor, y tarde o temprano aparecerán los frutos. Quizás no nos toque a nosotros recogerlos, pero es que tampoco son para nosotros, son para el Señor. Así que qué más da si no los llegamos a ver, lo importante es que hayamos sembrado sin desmayar, insistentes, persistentes, firmes en nuestro objetivo de hacer amar al Amor.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein

miércoles, 5 de octubre de 2011

RETIRO ESPIRITUAL
(para jóvenes y adultos)
"TU PROYECTO DE VIDA CON CRISTO"

Fecha: Domingo 9 de octubre 2011
Hora: De 8:00 a 16:00 (Santa Misa a las 7:00)
Lugar: Parroquia San Esteban, Guangala-Guayaquil
Llevar: Biblia, cuaderno, pluma y lunch

martes, 4 de octubre de 2011

Comunidad familia - Viviendo en Jarcia

LA FAMILIA ECLESIAL

Nadie, en su sano juicio, se atrevería a menospreciar el valor de la familia. Es la Iglesia doméstica, la base de la sociedad y el punto de referencia para todos los seres humanos. Pero tampoco podemos negar que la familia se puede achicar o agrandar. Cuando algún miembro de la familia se va o muere todo el núcleo se debilita, de ahí que sea siempre conveniente que la familia crezca. Hacer crecer la familia es un objetivo importantísimo, pero siendo tan importante mantener la concordia y la unidad del núcleo se debe tener el máximo cuidado y saber a quién dejamos entrar en nuestras vidas.

Ya desde muy joven pude comprender que el mejor lugar para desarrollar la familia, es decir, para encontrar nuevos “familiares” es la Iglesia. Desde mi adolescencia pude experimentar lo que significa el amor cristiano, el cariño fraterno. La comunidad parroquial, cultivada y unida a Cristo, se convierte en una familia agrandada, alargada.

Sabemos, por el testimonio que nos dejaron los apóstoles en el libro de los Hechos, que los primeros cristianos se amaban como hermanos. Y que conste que no hablo de “ñañerías” sino de auténtica fraternidad. Las primeras comunidades eran como grandes familias en donde se compartía todo: el Evangelio, el pan, las alegrías y las tristezas.

Cierto que, aparte de la Sagrada Familia, no existe una familia perfecta. Somos pecadores y por ende débiles e imperfectos. Sin embargo Dios nos llama a vivir en comunidad, a ser Iglesia y a dar testimonio de fraternidad en el mundo. 

Si aún no han vivido la experiencia, los invito a acercarse a su parroquia, a integrarse en una comunidad cristiana. Si ya son parte de una de ellas métanle ganas y no se desanimen ante las dificultades, pues también las tenían las primeras comunidades. Vale la pena luchar por la familia y lo vale también cuando se trata de la familia eclesial.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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