"SER MÁS, VALER MÁS PARA SERVIR MEJOR."

miércoles, 23 de mayo de 2012

Madre se escribe con "M" de Mujer (II parte) - Alexandra de Alvarado

 MADRE SE ESCRIBE CON “M” DE MUJER

¿Madre?.-
Este título no lo da ninguna universidad en el mundo, nadie nos prepara para tan noble rol, y son muy pocos los que de verdad valoran esta ardua y sacrificada misión: “ser Madre”. En la actualidad ni la mujer lo valora, prefiere ser reconocida con la Ing. Sara, la Dra. Fernanda, la Magister Claudia, etc., pero ser simplemente la Sra. María de Torres o lo que es peor, ser solo la mamá de Fulanito, ni pensarlo.

Yo estudié en una escuela y en un colegio de monjas, a las cuales paradójicamente llamábamos “madres”, cuando uno es pequeño no termina de entender la magnitud de los términos, más cuando crecemos nacen nuestros cuestionamientos ¿por qué madres si no tienen hijos? (esto es un arma de ataque por parte de los renegados de la Fe). Pero después de los cuidados tiernos, de todo el cariño prodigado por muchas de estas madrecitas, y de, yo misma ser catequista y coordinadora de muchos niños y adolescentes, entendí que “ser Madre” no es solo un estado físico (concepción y parto) sino más bien se desarrolla a plenitud en el plano espiritual.

En María, “Madre de la Iglesia”, se hace más comprensible esto, ella no nos ha concebido, peor parido a ninguno de nosotros, ¿pero quién no la considera su Madre?, ¿quién no ha llorado sintiendo su amor maternal?, ¿cuántos no nos hemos sentido protegidos y acompañados por ella en los momentos más duros de nuestra vida?, ¿cuántos no le hemos contado felices algo bueno que nos ha pasado?.
Una verdadera Madre lleva a sus hijos a Dios, se desvive por mantenerlos junto a Él en oración, amándolo; busca la unión, amor y paz entre sus hijos, y que fruto de ese amor amen a su prójimo, hace de ellos personas serviciales, humildes, generosas, desinteresadas, en una palabra forma: “Santos”.
Es por esto y mucho más que no podemos, ni debemos aceptar ninguna mamarrachada a la que se quiera denominar “Madre”, no podemos concebir aquello de parejas homosexuales criando hijos, la maternidad no solo es un estado físico, de realización, o un deseo caprichoso, es un estado espiritual. ¿Cuántos de estos homosexuales están realmente cerca de Dios?, ¿cuántos de ellos realmente quieren transmitir su fe a estos niños y no sus falsas ideologías?, y es que si de verdad Dios estuviera en sus vidas ni siquiera se les hubiera ocurrido reverenda locura.
“Mamá”.-
Que hermoso es cuando nuestros hijos están diciendo sus primeras palabras y que emocionante es cuando dicen por primera vez “ma ma”, a cuantas hasta se nos habrán llenado los ojos de lágrimas, cuando lo escuchamos por primera vez. Esto parecerá exagerado, pero solo quien es madre puede entender la magnitud de este hecho; que él bebé que llevaste por 9 meses en tu vientre, al cual desde que nace alimentas y prodigas tus cuidados, te reconozca y te nombre por primera vez, es fantástico.

¿Qué importante y valiosa no será la mamá, para que Dios mismo haciéndose hombre haya querido tener una? ¿Qué características vio Dios en la mujer para quererle dar tan bella labor, engendrar (no inseminarse) y traer a la vida (no abortar) a un hijo? ¿Por qué quiso hacerla participe de la creación?. Las respuestas son sencillas; Dios quiso nacer en un hogar formado por un padre y una madre, para darnos ejemplo de lo que es un verdadero hogar, para enseñarnos el concepto real y cuerdo de lo que es una familia, si bien es cierto el gozaba de divinidad, necesitaba de unos padres que le ayudaran a desarrollar su parte humana de una manera sana, una mamá que lo amara, lo cuidara y le enseñara a amar a Dios su Padre, a cumplir sus mandamientos y amar a sus hermanos, necesitaba aprender el respeto, orden, disciplina, etc., valores humanos que solo una madre y un padre podían enseñárselos.
La mujer engendra un hijo, es decir, tiene una relación sexual por amor, dentro de un matrimonio bendecido por Dios, y fruto de ese amor, nacen uno o varios hijos, pero ojo, nacen, no son matados antes de nacer, y aquí no creo que haya excusa válida si vemos el caso de María Santísima; adolescente, aun no estaba casada, rodeada de una sociedad machista, corría peligro de muerte, no era un bebé planificado, entre otras connotaciones físicas y psicológicas más que podríamos sumarle. Aun así aceptó generosamente, con humildad (la de una esclava), y con mucho amor y fe, la voluntad de Dios.

Por último, entendamos, hoy y siempre Dios ha querido hacer partícipe a la mujer de la creación, porque somos sus hijas predilectas, ¿quién más que nosotras que ponemos el corazón en lo que hacemos, que somos capaces de dar la vida por lo que queremos? ¿Quién más fiel que nosotras? ¿Quién más servicial? ¿Quién tiene más ternura?. Solo nosotras somos capaces de curar con un beso y una caricia una herida, podemos decir las palabras precisas en el momento perfecto. Es nuestro amor, el ejemplo más cercano y tangible que el mundo tiene del Amor de Dios. Es por eso que hoy más que nunca, no podemos renunciar a esta grandiosa misión, hoy necesita el mundo de nosotras, necesita de Madres, de Mujeres que cambien este mundo, esta sociedad.
No dejemos que el demonio nos tiente con el mundo, rescatemos a nuestras familias, a nuestros hijos, que nada ni nadie nos aleje de ellos, ni de Dios. Luchemos porque la familia sea respetada, de ser posible quedémonos en casa, ensenándoles a nuestros hijos los verdaderos valores, aprovechémoslos, no sea que después sea muy tarde. Aquellas mamás trabajadoras, no saben el tesoro inmenso que están dejando en casa abandonado o encargado. Los hijos crecen rápido, no los desaprovechemos, saquemos cuentas y si es posible hacer un esfuerzo en pro de ellos, mejor dediquémonos a nuestros hogares.
Yo soy Tecnóloga en Diseño Gráfico, pero el mejor título que me ha dado Dios en la vida ha sido el ser Mamá, hace algunos años renuncié a mi trabajo por mis hijos, lo hice por amor, y no me arrepiento de haberlo hecho. Este trabajo es duro, y no es de 8 horas, es de 24 horas, no trabajo de lunes a viernes, sino de lunes a domingo, no tengo feriados, no percibo una remuneración económica, ni utilidades, no tengo posibilidades de ascenso, pero no hay mejor recompensa que un abrazo, un beso, un “te amo mamita”, un “gracias”, o una sonrisa de mis hijos. Gracias Dios por tan inmenso regalo y permite que muchas más madres puedan disfrutarlo.

Unidos en la alegría del servicio  ;o)
ALITA.

viernes, 18 de mayo de 2012

Madre se escribe con "M" de Mujer (I parte) - Alexandra de Alvarado

MADRE SE ESCRIBE CON “M” DE MUJER
 
 Hoy que el mundo está patas arriba, es necesario hacer esta aclaración. Vemos cada vez más seguido en los periódicos, televisión e internet, noticias de adopciones, inseminaciones artificiales o vientres de alquiler, hechas por algún famoso y su pareja (ambos hombres). Lo último que está ocurriendo en nuestro país, en nuestras narices, es el caso de esta pareja de lesbianas que quieren reconocer a esa inocente niña como hija de ambas, pareciera novedoso, un gesto de “caridad” o como dicen “de realización personal”, pero no es común, ni normal; no dejemos bajo ningún concepto que esto degrade lo que verdaderamente es la maternidad y paternidad, no deformemos el significado real de “familia”.

No es casualidad, ni coincidencia que la primera letra con la que escribimos Mamá o Madre sea la M; para mí esto es una afirmación divina de la importancia tan grande de la mujer en su rol de madre, aunque muchas hembras (porque no merecen llamarse mujeres) se nieguen a este hermoso don, por un simple capricho, más no por un ofrecimiento propio de su vocación (monjas o laicas célibes). Y es que el título de Mujer no lo lleva cualquiera, peor el de Madre.
 
”La Mujer”.-
En la actualidad esta palabrita ha sido tan manoseada (y el sujeto también), que de a poco ha ido perdiendo su verdadero significado, tanto que si buscamos en el diccionario de la real academia española, encontraremos como definición: Mujer.- Persona del sexo femenino. En la actualidad para referirnos al verdadero concepto de mujer hay que hacer referencia como este mismo diccionario lo señala al concepto: Ser toda una mujer.- Tener valor, firmeza y fuerza moral, o quizá también a: Ser mucha mujer: Ser admirable por la rectitud de carácter, por la integridad moral o por sus habilidades.

No demos tantas vueltas veamos el modelo de “Mujer” que Dios nos quiso dejar. Mujer, ¿qué nos va a Mí y a ti? Todavía no ha llegado mi hora. (Jn. 2, 4), esto le dice Jesús a María, “la Mujer”, en las bodas de Cana; más adelante leeremos: Haced lo que Él os diga (Jn. 2, 5), aquí nos muestra María su firmeza, su carácter, pero no para que sepan que ella es la que manda, nooo; ella nos muestra como la verdadera mujer no puede ser ajena a las necesidades de los demás, su fortaleza y decisión radica en su necesidad de justicia y bienestar para con quienes la rodean y a quienes ama. Mujer, aquí tienes a tu hijo", (Jn 19, 26), al pie de la cruz, Jesús con estas palabras nos entrega a María como nuestra Madre, Madre de la Iglesia. Ella lo acompañó durante todo el calvario, en silencio, digna, integra, valiente, fuerte, ella siempre fue una dama, una señora, supo perdonar y amar, fiel hasta la cruz, hasta el final.
 
Ahora bien no solo ella, la pura, la sin mancha, fue llamada “Mujer”, Dios nos muestra que quien lo busca y se convierte también es digna de llamarse así. Mujer, ¿Dónde están? ¿Ninguno te ha condenado? (Jn. 8, 10), se lo dice a María Magdalena; luego concluye: Tampoco yo te condeno; vete y a partir de ahora no peques más (Jn. 8, 11), una mujer de verdad busca a Dios, su perdón; hace un cambio de vida, deja el pecado, abandona todo lo que la aleje de Dios, lo hace con decisión, firmeza, sencillez. Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Jn. 20, 15, dejo esta última interrogante a todas aquellas que aún no deciden ser “las Mujeres”, ¿por qué pierden su vida en ilusiones, sueños, fantasías, en falsos ideales?; dejen el llanto, Jesús resucitó, está vivo, hoy, aquí y ahora y las busca para llamarlas “Mujeres”.
 
Unidos en la alegría del servicio  ;o)
ALITA.
 

viernes, 11 de mayo de 2012

Evangelizar el Oikos - Ser misioneros "ad intra"

La palabra oikos pertenece al griego antiguo y se refiere al ambiente familiar, al hogar, al espacio en el que se desenvuelven las actividades cotidianas. Como jarcianos estamos llamados a ser misioneros en nuestro propio lugar, donde compartimos el tiempo y el espacio cotidianos, anunciar el Evangelio a quienes tenemos más cerca.

Evangelizar a través del oikos nos lleva hacia nuestros parientes, nuestros vecinos de casa, nuestras colegas de estudio o trabajo y quienes comparten nuestros mismos intereses. Hacia ellos hemos de dirigir nuestro empeño, nuestro celo pastoral.

Muchos pueden argumentar que es muy difícil y que Jesús mismo dijo que sólo es en su tierra es despreciado el profeta, pero nosotros sabemos que la Nueva Evangelización nos exige evangelizar ahí donde estamos y a quienes tenemos más a mano.

Es verdad que evangelizar a través del oikos es un desafío. Nos exige ser radicales en nuestro testimonio de vida, porque si nuestra predicación no es confirmada con nuestras obras, no será escuchada. Pero también es cierto que la cercanía y la familiaridad hacen que los destinatarios de nuestro apostolado, al identificarse con nosotros, estén más dispuestos a acoger el anuncio.

Para que nuestra evangelización a través del oikos sea efectiva no se pueden descuidar dos elementos claves: la intercesión y el amor sincero. El anuncio del Evangelio comienza de rodillas. Somos instrumentos del Gran Pescador y por eso es esencial que nos dejemos guiar por Él. Y a través de la oración hemos de interceder por aquellos a quienes hemos sido enviados, a quienes debemos acercar a Cristo. Siempre los pescadores, antes de adentrarse en el mar, ponen en orden las redes. Si los instrumentos no están bien dispuestos, la pesca no será exitosa. Nuestra oración alcanzará los dos objetivos, es decir, abrirá nuestros corazones y los de quienes nos escucharán a la gracia de Dios, a Cristo mismo.

Lo segundo es consecuencia de lo primero. Lo único que nos debe mover a evangelizar es el verdadero amor, a Jesús y al hermano. Sólo así será un auténtico servicio, fruto de la caridad. Sólo así el hermano descubrirá en nuestras acciones y palabras, la obra de Dios.

Lo mejor de evangelizar a través del oikos es que se puede hacer todos los días y no necesitas movilizarte porque ya estás ahí. Así que manos a la obra y rodillas también. Buena pesca !!!

Siempre mar adentro.

P. Cèsar Piechestein

martes, 8 de mayo de 2012

¿Voy, escucho o participo? (segunda parte) - Alexandra de Alvarado


Aquí cabe hacer la pregunta: ¿Qué es la Misa?, la respuesta es muy sencilla, es una fiesta. Ja ja ja… esperaban una respuesta más profunda, pues no, las cosas hay que mirarlas con la sencillez de los niños y como bien lo dice la canción: “La Misa es una fiesta muy alegre, la Misa es una fiesta con Jesús, la Misa es una fiesta que nos une, la Misa es una fiesta con Jesús”. Si de verdad analizáramos la letra de esta canción encontraríamos todas las verdades de Fe que necesitamos para entender por qué tenemos que ir a la Misa a participar de ella y no solo a escucharla. Entonces ¿en qué consiste participar realmente?

Basándonos en que la Misa es una fiesta, nace la primera muestra de que vamos a participar: LA VESTIMENTA, y es que no vamos a una fiesta como nos da la gana, buscamos nuestra mejor ropa, nos bañamos y peinamos, en una palabra, nos ponemos “elegantes”. Entonces ¿por qué a Misa vamos en shorts, bermudas, mini faldas, blusas de tiritas, con gorra, despeinados y algunos hasta con un olor que de verdad es una penitencia estar junto a ellos?. No hay excusas así sean niños, jóvenes o adultos, todos debemos ir dignos y bien vestidos. Mis hijas (5, 3 y 2 años respectivamente) me preguntaron hace poco: ¿mamá por qué nos pones guapas para la Misa?”, a lo que respondí: porque vamos a una fiesta”.
La siguiente muestra de que vamos a participar es: LA PUNTUALIDAD, ¿cuántos de nosotros llegamos tarde cuando nos invitan a una fiesta o reunión?. Espero que ninguno, porque eso es una gran falta de respeto. Pero a la Misa si llegamos cuando nos da la gana y ni siquiera somos discretos o prudentes, sino que encima llegamos haciendo bulla y provocando distracción.

Otras muestras importantes de participación son: RESPONDER A LAS ORACIONES QUE HACE EL SACERDOTE Y CANTAR, ¿qué nos cuesta decir Amén, o rezar el credo que es nuestra profesión de Fe?, no se nos va a caer ningún diente, ahora hay que ver también si no será que algunitos no se saben las oraciones. Con lo de la cantada dirán, pero que vergüenza, cantar yo, ni loco; esos mismos son los que cantan desentonadísimos en los karaokes sin ningún reparo. Hagamos que nuestros hijos canten, decimos que son nuestros angelitos, entonces que un coro de ángeles cante en cada Misa. La alegría de las fiestas es la música y por eso que hay que demostrar nuestra alegría cantando.

Por último y la más importante muestra de participación: LA COMUNIÓN O EUCARISTÍA, por eso la Misa se llama Eucaristía, porque el centro de la misma es Cristo vivo y presente, que se nos brinda con y por amor; es a través de la Oración y la Comunión (como la palabra mismo lo dice: común-unión) que la Iglesia Universal se une, es aquí donde se hace real y tangible la palabra “hermanos”. Comulguemos, que nuestros hijos nos vean comulgar, para que así aprendan a amar a Jesús Eucaristía, recuerden que “nadie ama lo que no conoce”. ¿Para qué vamos a una fiesta si no vamos a disfrutar del banquete?. ¿Por qué vamos a la misa y no disfrutamos del banquete que es la Eucaristía?

Espero haya dejado en claro estas grandes diferencias, y esto nos ayude a hacer un “mea culpa” de nuestras actitudes frente a la Misa. Quisiera pedirles que desde hoy empecemos a participar más de la Misa o Eucaristía; grandes y pequeños, para que así podamos convertirla en Vida y entonces ya no será una obligación o rutina de domingo, sino que durante toda la semana viviremos la alegría de esa fiesta y la compartiremos con los demás, anhelando llegue pronto ese día para encontrarnos con nuestros hermanos y con Cristo mismo para volver a celebrar esa fiesta, hasta que algún día podamos celebrarla en el cielo cara a cara con Dios.

Unidos en la alegría del servicio  ;o)
ALITA.

miércoles, 2 de mayo de 2012

¿Voy, escucho o participo? (primera parte) - Alexandra de Alvarado



Esta es una gran pregunta que nos debemos hacer, para determinar si estamos aprovechando o no, el gran regalo que tenemos: La Eucaristía o “Misa” como comúnmente la llamamos o conocemos. Para hacer un cuestionamiento a conciencia, voy a aclararles cada uno de los puntos a evaluar.

”Vamos a Misa”.-
Comúnmente la que hace este llamado es la mamá, que en sus afanes de mantener a su familia cerca de Dios, por lo menos les pide la acompañen a Misa, aunque ellos, lo hagan obligados. De allí el comentario de muchos “voy a Misa…”.
Para su comprensión diferenciaré grupos por edades: Los niños, cuyos padres una vez que han ingresado al templo, los sueltan a la buena de Dios, y que el pequeño busque en que distraerse, “si nada más viene acompañándonos”. Los adolescentes y jóvenes, que están de “cuerpo presente”; algunos buscan la manera de chatear con su celular y aprovechar el tiempo, eso sí, que a nadie se le ocurra preguntar de que hablo el Padre en la homilía, es más, ¿qué es eso de la homilía y con que se come?, “si yo nada más vengo porque me trajeron”. Los adultos, a los que la situación les resulta tan aburrida que comienzan a caer en los brazos de Morfeo, en los casos más críticos hasta roncan; el otro caso no tan común, pero si descarado, son las señoras que aprovechan para enterarse de la vida ajena o comentar el chisme de turno.

Vamos a “escuchar” Misa.-
Este es un llamado que conlleva una exigencia, el escuchar; no oír, sino escuchar (valga la aclaración). Como referencia los significados para mejor comprensión: oír, significa percibir los sonidos por medio del oído. Escuchar, significa prestar atención a lo que se dice. Si entendiéramos que la idea no es oír, sino escuchar, quizá la cosa cambiaría un poco.
Los niños que van a escuchar Misa, generalmente son los más grandes, aquellos que están preparándose para recibir algún Sacramento, razón por la cual, tanto catequistas como padres de familia les exigen que mínimo escuchen Misa, aunque en el caso de algunos pequeños esto ni les interese. Los adolescentes y jóvenes que escuchan Misa, por respeto o por mostrar interés, dejan su celular de lado y tratan de entender lo que el Padre dice, lo que aún no comprenden es porque la tortura tiene que ser taaan larga. Los adultos, los cuales creo yo, son un buen número (no me arriesgo a dar porcentajes), se dividen en grupos; los que van a extasiarse de la maravilla de sermón que el Padrecito da, eso sí siempre y cuando no nos haga alguna exigencia o por allí no nos toque de refilón con algún ejemplo o comentario; los que van a revisarle el sermón al Padre para luego decirle que hubiese sido mejor que no diga tal o cual cosa; y los que utilizan el sermón para hacerles la revisión de vida a sus hermanos de comunidad o grupo parroquial, “es que Fulanita es así…”. Con eso queda probado que si están escuchando la Misa con atención.

Vamos a “Participar” de la Misa?
Esta es una utopía, que espero se haga realidad en cada uno de los hogares y en cada una de las parroquias, y es que desde que hice conciencia de que a la Misa en realidad se va a participar, soy una de las pocas locas que le dice a su familia “vamos a participar de la Misa”.


Unidos en la alegría del servicio  ;o)
ALITA.