"SER MÁS, VALER MÁS PARA SERVIR MEJOR."

miércoles, 2 de mayo de 2012

¿Voy, escucho o participo? (primera parte) - Alexandra de Alvarado



Esta es una gran pregunta que nos debemos hacer, para determinar si estamos aprovechando o no, el gran regalo que tenemos: La Eucaristía o “Misa” como comúnmente la llamamos o conocemos. Para hacer un cuestionamiento a conciencia, voy a aclararles cada uno de los puntos a evaluar.

”Vamos a Misa”.-
Comúnmente la que hace este llamado es la mamá, que en sus afanes de mantener a su familia cerca de Dios, por lo menos les pide la acompañen a Misa, aunque ellos, lo hagan obligados. De allí el comentario de muchos “voy a Misa…”.
Para su comprensión diferenciaré grupos por edades: Los niños, cuyos padres una vez que han ingresado al templo, los sueltan a la buena de Dios, y que el pequeño busque en que distraerse, “si nada más viene acompañándonos”. Los adolescentes y jóvenes, que están de “cuerpo presente”; algunos buscan la manera de chatear con su celular y aprovechar el tiempo, eso sí, que a nadie se le ocurra preguntar de que hablo el Padre en la homilía, es más, ¿qué es eso de la homilía y con que se come?, “si yo nada más vengo porque me trajeron”. Los adultos, a los que la situación les resulta tan aburrida que comienzan a caer en los brazos de Morfeo, en los casos más críticos hasta roncan; el otro caso no tan común, pero si descarado, son las señoras que aprovechan para enterarse de la vida ajena o comentar el chisme de turno.

Vamos a “escuchar” Misa.-
Este es un llamado que conlleva una exigencia, el escuchar; no oír, sino escuchar (valga la aclaración). Como referencia los significados para mejor comprensión: oír, significa percibir los sonidos por medio del oído. Escuchar, significa prestar atención a lo que se dice. Si entendiéramos que la idea no es oír, sino escuchar, quizá la cosa cambiaría un poco.
Los niños que van a escuchar Misa, generalmente son los más grandes, aquellos que están preparándose para recibir algún Sacramento, razón por la cual, tanto catequistas como padres de familia les exigen que mínimo escuchen Misa, aunque en el caso de algunos pequeños esto ni les interese. Los adolescentes y jóvenes que escuchan Misa, por respeto o por mostrar interés, dejan su celular de lado y tratan de entender lo que el Padre dice, lo que aún no comprenden es porque la tortura tiene que ser taaan larga. Los adultos, los cuales creo yo, son un buen número (no me arriesgo a dar porcentajes), se dividen en grupos; los que van a extasiarse de la maravilla de sermón que el Padrecito da, eso sí siempre y cuando no nos haga alguna exigencia o por allí no nos toque de refilón con algún ejemplo o comentario; los que van a revisarle el sermón al Padre para luego decirle que hubiese sido mejor que no diga tal o cual cosa; y los que utilizan el sermón para hacerles la revisión de vida a sus hermanos de comunidad o grupo parroquial, “es que Fulanita es así…”. Con eso queda probado que si están escuchando la Misa con atención.

Vamos a “Participar” de la Misa?
Esta es una utopía, que espero se haga realidad en cada uno de los hogares y en cada una de las parroquias, y es que desde que hice conciencia de que a la Misa en realidad se va a participar, soy una de las pocas locas que le dice a su familia “vamos a participar de la Misa”.


Unidos en la alegría del servicio  ;o)
ALITA.

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