"SER MÁS, VALER MÁS PARA SERVIR MEJOR."

miércoles, 14 de marzo de 2012

Los hijos de Jarcia

Creo que todos tenemos gratos recuerdos de nuestra infancia. Nuestros padres, con paciencia, nos fueron inculcando todo lo que consideraron que nos sería útil en la vida y que nos haría hombres de bien. Pero a ninguno nos tocaron padres jarcianos, porque la comunidad es demasiado joven para ello. Sin embargo, aquellos de nosotros que son ya padres, les están dando a sus hijos esa experiencia. Yo no puedo más que sorprenderme de las cosas que escucho y de algunas que he podido ver.
Ana Verónica

Últimamente en este blog se ha publicado algunos testimonios de experiencias en el campamento. Sin duda alguna la vivencia de un campamento en Jarcia, te marca para toda la vida. Yo viví mi primer campamento cuando tenía quince años de edad y lo recuerdo vivamente. Me cuestiona cómo habría sido mi vida si mi primer campamento lo hubiese vivido a los cuatro o cinco años de edad. 

Revisando las fotos del último campamento me he topado con dos que me parecen extraordinarias, de hecho me movieron el piso porque son el testimonio de quien aún no sabe escribir. La primera fue la de Ana Verónica Alvarado sazonando la carne para el almuerzo de los campistas. La seriedad con que lo hace y el acomodo encontrado (adecuado a su corta estatura), demuestran que no estaba jugando, sino sirviendo. La segunda imagen es la de Daniela Reinoso, cruzando el río abrazada a su papá. No me imagino lo emocionante que será realizar un acertijo así a tan cortos años. Como pueden ver, las imàgenes hablan por sì solas.
Danielita

Esas imágenes me han acompañado en algunos ratos de reflexión y proyectado al futuro. ¿Cómo serán estos niños cuando llegan a la juventud y luego a la edad adulta? Sabemos que se cosecha lo que se siembra, y la semilla del Evangelio es la mejor. 

La paternidad cristiana es una misión excelsa y estoy convencido de que ustedes, mis hermanos, son extraordinarios padres. Sus hijos no son solo vuestros, son de toda Jarcia. Ustedes les están enseñando a vivir en comunidad, a servir con alegría, a compartir el tiempo y el afecto con cada hermano en la fe, con la familia eclesial. Esas son lecciones valiosas y que, lamentablemente, muchos nunca han aprendido. Gracias por hacer de sus hijos constructores de la Civilización del Amor.
Siempre mar adentro.

P. Cèsar Piechestein

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