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martes, 8 de noviembre de 2011

Memorias de una Ñañita III - Mi casita en el Cielo.

“En n la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino”  
(Jn 14, 2)

Hoy me ha cautivado una vez más el amor de Dios, y de qué manera lo ha hecho, solo como él sabe hacerlo, creatividad, inocencia, pureza, esto es magnífico, ya que al contemplar tanta grandeza yo me quedo conmovida, y no puedo más que anunciar esta alegría de saber que ¡soy hija de un Grande! y ¡Que más que amigo es todopoderoso y es mi Padre!.

Bueno, yo les transcribo el diálogo que tuvimos los que visitamos a Jesús aquella noche, esta vez estaba vestido de niño trabajando en la calle:

Cristina: Chicos hoy en nuestro tema de Catequesis tenemos que hablar del Cielo! Se lo imaginan ya? Qué creen qué hay ahí?
Kevin: Mmm, Hay una cancha grandotaaaa de césped para jugar fútbol!
Roger: Hay puuura comida!
Andrés: ¿Piscina también hay ahí, Cristina?
Cristina: Claro! que sí!- Y muchas mansiones!!!
Cristina: Pero niños, así también debemos explicarles que hay un Infierno, Cómo se lo imaginan?
Delhi: Ahí todo eso que dijeron está quemado!!!

Un diálogo simple, sencillo, que a mí me dejó claras las cosas, muchas veces sucede que son los niños quienes nos enseñan. Ni siquiera tenía claro cómo explicarles esta realidad existencial, ausencia de Dios y entre risas y doctrina concluí que no hay buen humor en el infierno ya que todo la alegría y felicidad completa que ansiamos allá abajo está quemada!.

Entonces, ¡qué gran ilusión es estar en la tierra construyendo el camino hacia el Cielo!, donde estaremos todos los amigos y a quiénes hemos atraído de alguna manera a seguir ese caminito. Entendiendo esto, todas nuestras ideas, proyectos de vida, pensamientos, canciones, etc, todo se ordena, todo contribuye a llegar al objetivo que es encontrarnos cara a cara con el Dios vivo que nos dirá alegremente y con los brazos extendidos: ¡Venid benditos de mi Padre!

He ahí la gran sabiduría de uno que es mayor que Salomón, que ha dicho claramente que la verdad ha sido revelado para los humildes y sencillos de corazón, corazón como el de los niños, de ahí que no entraremos sino somos como ellos.

Como ven no hay aquí revelación, una revelación del Tercer Cielo como le aconteció a Pablo, o una transverberación como la de Teresa de Ávila, o cómo el martirio de los grandes santos, que consumidos en el amor de Dios no les hacía nada ni el fuego, ni la tortura, qué maneras de ser revelado el Amor, eh!, sé que Dios también hará cosas maravillosas con los que creemos en él de todo corazón, a mi me lo dijo en un niño, y a todos nosotros nos lo seguirá diciendo de mil maneras hasta que cara a cara y habiendo amado hasta el extremo, abracemos al Amor y nos muestre nuestra casita en el Cielo. Creo que este no es el fin de la narración…

Cristina Franco Cortázar

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