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martes, 10 de enero de 2012

Carta a mis hermanos - Cristina Franco

“Hijos míos, que nadie los engañe: el que practica la justicia es justo, como él mismo es justo. Pero el que peca procede del demonio, porque el demonio es pecador desde el principio. Y el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del demonio. El que ha nacido de Dios no peca, porque el germen de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. Los hijos de Dios y los hijos del demonio se manifiestan en esto: el que no practica la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano”. (I de San Juan 3,7-10)

Hoy ya que desbaratamos arbolitos, guardamos nacimientos, quitamos los tapetes y pareciera que todo volviera a la normalidad, es necesario replantearnos todos los buenos propósitos que salieron muy sinceramente de nuestro corazón en esta Navidad y que hay que llevarlos a hechos concretos.

Y las lecturas de estos días de la liturgia nos van a ayudar mucho a meditar y profundizar en el Misterio del Amor de Dios, nadie como el discípulo Amado para explicarnos detenidamente la plenitud del amor de Dios a través de sus cartas. Hoy por ejemplo nos dijo lo siguiente: “El que ha nacido de Dios no peca, porque el germen de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque ha nacido de Dios”. Y con este pequeño adagio podemos ya empezar a examinarnos cómo estamos llevando nuestra existencia. ¿Qué es aquello que seguimos postergando y dejando para “mañana”?.

Quisiera detenerme primero analizar esto que he citado de San Juan en el párrafo anterior. Porque el germen de Dios permanece en él, somos imagen y semejanza de Él y todavía no terminamos de convencernos que si somos de Él tenemos que ser Santos, como él lo es. Claramente Jesús nos ha indicado que nos envía como ovejas entre lobos, y meditando en esto, una oveja entre lobos, está en tensión, no adormitada, porque los lobos se la llevan, no resignada porque los lobos la devorarían de inmediato, sino en tensión, esperando y trabajando en ver no cómo hacerles frente a estos despiadados animales.

O somos lobos parte del Mundo que se ha empeñado en adormecer a los jóvenes, en recluirlos en la podredumbre de la pornografía y vicios o somos ovejas del Buen Pastor, y por lo tanto andamos siempre despiertos, siempre en tensión de santidad, y si caemos pues nos levantamos, nos confesamos y ya seguimos en el objetivo y no nos adormitamos entre banalidades.

¡Es que el que se ha encontrado con Cristo no puede andar dormido! ¡El que ha nacido de Dios no peca! Dice San Juan. Sino ha producido Jesús en tu vida un cambio que te lleva a jugártelas todo por el todo, que te lleva a ya no estar triste por las cosas pasajeras, a no cometer aquello que en conciencia sabías que no te hacía bien y deshonraba la plenitud del amor de Dios, sino te lleva a abandonar las baratijas que te ofrece el Mundo por el tesoro que te ofrece Dios, sino se ha producido un cambio que te lleva a anunciarlo a tiempo y a destiempo, a todo momento y a dar la vida por una idea descabellada para el Mundo y locura de amor para quiénes la abrazan, si esto no ha hecho Jesús en tu vida, entonces nos has querido encontrarte con Cristo, porque Él por su parte se ha hecho el encontradizo para aquellos que no lo buscaban…(Isaías 65, 1).

Que Dios nos conceda la gracia de no quedarnos tranquilos, mientras pareciera que el Mundo nos llevara la delantera, que nos conceda un amor más puro capaz de traspasar las fronteras de nuestra comodidad y dar la vida, muriendo cada día a nuestros apegos, afectos, y cuestiones terrenales para libres poder atraer a todos al fuego del amor del Padre. 

Queridos hermanos que Nadie nos engañe, quien se ha encontrado con Cristo no puede volver a ser el mismo queda inquieto para siempre y deja inquieto y con deseos de conocer a ese Cristo que hace tan feliz a aquel que me habla de Él.

Cristina Franco Cortázar

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