La esposa viene a ser como el sol que ilumina a la familia. Oíd lo que de ella dice la sagrada Escritura:
"Mujer hermosa deleita al marido; mujer modesta duplica su encanto. El sol brilla en el cielo del Señor, la mujer bella en su casa bien arreglada".

La esposa es el sol de la familia con la claridad de su mirada y con el fuego de su palabra; mirada y palabra que penetran dulcemente en el alma, la vencen y enternecen y alzan fuera del tumulto de las pasiones, arrastrando al hombre a la alegría del bien y de la convivencia familiar, después de una larga jornada de continuado y muchas veces fatigoso trabajo en la oficina o en el campo o en las exigentes actividades del comercio y de la industria.
La esposa es el sol de la familia con su ingenua naturaleza, con su digna sencillez y con su majestad cristiana y honesta, así en el recogimiento y en la rectitud del espíritu como en la sutil armonía de su porte y de su vestir, de su adorno y de su continente, reservado y a la par afectuoso. Sentimientos delicados, graciosos gestos del rostro, ingenuos silencios y sonrisas, una condescendiente señal de cabeza, le dan la gracia de una flor selecta y sin embargo sencilla que abre su corola para recibir y reflejar los colores del sol.
¡Oh, si supieseis cuan profundos sentimientos de amor y de gratitud suscita e imprime en el corazón del padre de familia y de los hijos semejante imagen de esposa y de madre!
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