¡Creer! ¡Tan sencillo cómo eso!
¡Creo que a veces nos complicamos “un poquito”!
Cuando
alguien me pide una recomendación para su hoja de vida, pues lo analizo muy
minuciosamente, sin prejuicios, de manera objetiva, veo sus virtudes ejemplares
y sus defectos dominantes, entonces procedo a escribir una carta de
recomendación. Si esta persona tiempo
después falla, o roba o estafa a alguien, pues sólo exclamo: ¡Que pena! ¡Creo
que no estuvo tan bien dicha recomendación, me fijaré con más atención a la
próxima! Y cómo quiero tanto a esta persona pues se lo diría y luego de que
haya enmendado su error estoy segura que aunque lo pensaría dos veces, la
volvería a recomendar.
Pero
que tal si esta persona no me falla, tiene un desempeño increíble, y no sólo
que la recomiendas sino que desearías que trabaje en tu empresa, ama mucho lo
que hace, es diligente, hace más de lo que se le encomendó, ¡una maravilla!
Confiar y confiarle a los demás. Así en su trabajo, le dan muchas atribuciones
de confianza, le encargan asuntos de administración muy complicados, estoy
segura que tendrá un poder especial y general para la administración de los
negocios en dicha empresa.
He
querido dejar en claro esto, para poder entender lo fácil que es creer, que es
confiar, el detalle radica en que a veces nos complicamos un poquito. Lo mismo pasa con creerle a Cristo.
Me
lo han recomendado tanto, a mi particularmente desde le vientre de mi madre me
consagraron a Él, luego lo contraté, porque de tanta recomendación me dije: ¡Yo
a este le creo!, y cómo lo pactado obliga, decidí contratarlo, le di mis
preocupaciones, mis cargas innecesarias, mis ofensas leves y graves, conocí a
su Padre, a su hermosa Madre y hasta me enamoré de Él completamente, sin
reserva, le di todas las atribuciones para que se ocupe de mis cosas yo a
cambio pacté ocuparme de los asuntos de su Padre. Y a tal punto llegó dicha
recomendación que le di plenas atribuciones en mi empresa, no me ha fallado
nunca, aún cuándo pienso en momentos muy duros en mi vida, lo repito, ¡nunca!.
¡Tan
sencillo cómo eso, sólo nos falta creer! ¡Si muchas personas de diferentes
países, en las redes sociales, en tu vida cotidiana te lo recomiendan como el
amigo que nunca falla, es que algo maravilloso tiene. ¿No lo crees?
Hoy
se nos ha dicho: “Yo soy la vid verdadera, sin mi nada pueden hacer, si
permanecen en mi darán mucho fruto, pidan lo que quieran en mi nombre y lo
obtendrán". ¿Y todavía no hacemos nada para empezar a celebrar este
contrato?
Cristina Franco Cortázar
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