En el año 2000, el Cardenal y Prefecto Emérito de la
Congregación para la Doctrina de la Fe,Joseph Ratzinger, amigo muy querido de
San Juan Pablo II, por motivo del Congreso de la Fe en España pronunció lo
siguiente:
“La fe cristiana se basa en el conocimiento. Es
verdad que la fe es un don porque no tenemos la capacidad de elevarnos por
nuestras propias fuerzas a Dios, este don entra y transforma todas las
facultades del hombre. Sin duda, existen hoy realidades que tienen el propósito
de eliminar la fe. Hay que identificar
estos grupos y estar muy despiertos para discernir en qué momento la fe debe
ser defendida. Por otro lado, la Iglesia debe manifestar su fuerza interior
para llegar a los jóvenes y mostrar la verdad que proclama”.
Dicho cardenal que en su momento fue escogido como
sucesor de Pedro, será el mismo quién con una actitud de sublime humildad renunciaría
a su cargo para dar paso a nuestro actual Papa Francisco.
Podríamos citar algunos enunciados de Benedicto XVI,
sus escritos son un legado para la Iglesia, pero son casi innumerables.
Por ejemplo, en una de sus homilías, denuncia
frontalmente el relativismo moral de nuestros tiempos, llamándola cómo lo que
es: una dictadura y advirtió:
Cada día nacen nuevas sectas y se realiza lo que
dice san Pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia que tiende a
inducir a error (cf. Ef 4, 14). A quien tiene una fe clara, según el Credo de
la Iglesia, a menudo se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que
el relativismo, es decir, dejarse «llevar a la deriva por cualquier viento de
doctrina», parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del
relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida
sólo el propio yo y sus antojos.
Nosotros, en cambio, tenemos otra
medida: el Hijo de Dios, el hombre verdadero. Él es la medida del verdadero
humanismo. No es «adulta» una fe que sigue las olas de la moda y la última
novedad; adulta y madura es una fe
profundamente arraigada en la amistad con Cristo. Esta amistad nos abre a
todo lo que es bueno y nos da el criterio para discernir entre lo verdadero y
lo falso, entre el engaño y la verdad.[1]
¡Cuánta claridad en el mensaje y ante un escenario
gris dónde la gente se ha adaptado a la doctrina que por conveniencia le
parezca aceptar, no deja de enfatizar aquella misma certeza que reafirmaría en
su encíclica Dios es amor:
“No se comienza a ser cristiano por una decisión
ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una
Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación
decisiva”.[2]
¿No es lo mismo que dijo Jesucristo que consistía
la vida eterna?: ¡En qué te conozcan a
ti Padre y a tu enviado Jesucristo![3]
Mientras recordaba con ilusión el desenlace de Juan
Bautista por proclamar sin componendas el mal de aquel tiempo, pensé en cada hermano
en la fe que apasionado por el conocimiento de la Verdad, han asumido una
postura clara y decisiva no sólo sobre el estilo de vida de Jesús con quiénes
se han encontrado, sino que se han enamorado completamente de la doctrina que
Cristo proclamó y no dan cabida a otras enseñanzas por más modernas que
parezcan pero que no son la de Cristo y su Iglesia.
Benedicto XVI, es un santo varón, que sigue
conmoviendo el corazón con sus escritos indelebles, que resuenan en el mundo
entero, y que ha logrado que millones en el mundo hablen de él, y entre esos
millones, muchos tengamos sed de la Verdad, de fuentes de agua viva, porque no
nos ha dado lo mismo la verdad que la mentira y queremos también afirmar como
él lo hace en su libro Jesús de Nazareth. ¡Yo también me he encontrado con
Cristo!
Gracias querido Benedicto, mientras buscaba más publicaciones
tuyos me encontré con insultos e injurias graves, cómo te ha de doler el
corazón querido amigo. También nos has
dicho que no tengamos miedo a la Cruz, ya que es el destino de los amigos de
Cristo.
Gracias Dios por darnos una voz que grita en el
desierto y ahora desde un monasterio nos dice con su vida, que vale la pena
darlo todo por Cristo.
¡Gracias Benedicto amigo, nuestras oraciones siempre
contigo!
Cristina Franco Cortázar
[2] http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20051225_deus-caritas-est_sp.html