"Id, pues, y haced
discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo". Mt
18, 19
Dios a través de su hijo nos
reveló que nuestro llamado es ser discípulos y hacer que todos sean sus
discípulos. Luego, mientras vamos cumpliendo aquella misión a la que estamos
llamados todos y cada uno de nosotros, se nos va configurando nuestra propia
personalidad con la de Él.
La autora |
El futuro comienza ya a hacerse
presente y nos comenzamos a preguntar: ¿Para qué Dios me trajo hasta aquí?.
Entonces es el tiempo indicado para discernir. Pues todos
tenemos en algún momento de nuestro caminar que discernir.
Quisiera tratar sobre el
discernimiento vocacional, a este que le tememos y que yo se los digo: hace
falta mucho coraje para ir contra corriente de la moda y la mentalidad de este
mundo. Este discernimiento es tan fundamental porque iremos descubriendo a
Cristo y a nosotros mismos ya sea en el sacerdocio en el caso de los hombres,
religiosas en las mujeres o también consagrados en el mundo. Se abre un
abanico, por así decirlo, ya que podemos consagrarnos en el matrimonio,
en el celibato, etc. Pero consagrados a Cristo y a su Madre.
Quiero aprovechar esta ocasión
para decir con todas mis fuerzas: ¡Jóvenes seamos valientes! No tengamos miedo
del discernimiento indispensable en la vida de toda persona, confiemos en
Cristo, a veces andamos como ciegos por las pasiones que nos ofrece el mundo.
Puede decir alguien acaso:
“Yo soy digno de ser Sacerdote”. ¡Nadie entonces sería digno! A partir de
este momento que sea borrado cualquier pensamiento que no busque agradar a
Dios. Entreguémonos a Cristo y seamos obedientes a su Palabra, solo así nuestra
felicidad será plena.
Emy Duche
Miembro Postulante CMJ